Es como que tengo varias raíces”, resume Brian Chambouleyron, juglar de protagónica intervención en el resurgimiento del tango de los años 90 que cada vez más se consolida como un artista de múltiples lenguajes no sólo musicales sino también en el sentido literal. Se ríe un poco del probable rótulo de “cantante internacional”, pero sabe que -si se le saca la pátina de turista en cada género- es exacto, como muestra su último disco Mare Nostrum y el que se viene en unos meses. El 9 de marzo actuará en Teatro de la Media Legua, de Martínez, junto a su banda de amplio espectro (jazz, pop, afro), formato que utilizó en la placa de 2017 en la que cantó en español, francés, portugués e italiano temas de Alfredo Zitarrosa, Georges Brassens, Cartola o Joan Manuel Serrat. Los domingos 24 y 31 de marzo, en cambio, se presentará en modo Chansonnier -así se llama el espectáculo- en la porteña Pista Urbana (Chacabuco 874) con un anticipo de buena parte del próximo álbum que grabará en abril en España en versiones de sólo voz y guitarra.
En poco tiempo hiciste un gran recorido con Mare Nostrum. ¿Cuál es el balance?
-Giré con el disco tanto por Buenos Aires, como por el interior país y Latinoamérica y toqué bastante en Europa, especialmente en Francia e Italia. Mare Nostrum es una especie de actualización de mí mismo; tiene mucho que ver con un momento mío más interacional, con una etapa en la que encontré grandes cancionistas europeos y latinoamericanas... Amplié mucho el repertorio y asumi el perfil artístico de “cantante internacional”.
¿Es asumir también tu historia de francés de nacimiento que vivió desde chico en Argentina, Brasil, México y también París? Hay varias raíces.
-Sí, es como que tengo varias raíces. Lo que hago no es cuestión de imitación, hay algo que me pertenece de diferentes lugares, de diferentes músicas. Lo que pasó es que en principio tenía un repertorio criollo, pero en los shows empecé a moverme con más libertad e incluir temas de compositores de Latinoamérica y letras en francés, portugués e italiano.
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Lo de Italia no está en tu biografía.
-El italiano es porque me gusta mucho la canción italiana. Mi mujer es italiana y empecé a entrar en su cultura, hice una “inmersione culturale” y se metió también en mi identidad.
¿Y te sentís menos tanguero hoy?
-Sabés que no. Está todo fundido, fusionado. Todo confluye. Cuando toco solo, el show es medio azaroso y por ahí me engancho y hago una mitad entera de tango. Tampoco perdí el gusto por escuchar tango. Soy de la primera camada de nuevos tangueros, de los 90 cuando los jóvenes asumen el tango junto La Chicana, El Arranque, Lidia Borda, Glorias Porteñas, un montón de cosas que surgieron al mismo tiempo, lo que indica que había una necesidad. Hoy hay un volumen de producción enorme, una fiebre increíble por hacer cosas y una gran nivel musical y de compositores. En el nuevo disco va a estar La Boheme de Charles Aznavour, pero también, hablando de nuevos compositores, un tema con humor de Lucio Arce, además de una versión candombeada del tango No te apures Carablanca