Si en medio de las encuestas que están de moda, algún consultor preguntara si nuestra ciudadanía estaría dispuesta a votar a Ricardo Darín, es muy probable que superara la imagen positiva de la totalidad de la clase política nacional. En La Cordillera (el film de Santiago Mitre que se estrenará el jueves próximo), el gran actor argentino es Hernán Blanco, un presidente al que se le critica la falta de personalidad y que tiene problemas familiares junto a su hija Marina (Dolores Fonzi).
En la cumbre latinoamericana de presidentes que se desarrolla en Chile, transcurre una historia atrapante. Darín -con su habitual buen humor- contó detalles sobre este nuevo trabajo, de su director, de lo que significó ser el presidente, de los inconvenientes que causó filmar en la altura y de la situación de nuestro país.
Ser presidente: “Algunos me dicen que a muchos les encantaría que yo fuera el presidente. Nunca se sabe... Ojo, no digo que nunca se sabe si me gustaría ser presidente. Nunca se sabe si después les va a encantar que haya sido el presidente, jaja”.
La Cordillera: “Fue un esfuerzo muy grande de producción y estoy muy contento con la película porque es distinta, de esas que hacen que el espectador trabaje con su cabeza y que saque sus propias conclusiones. Eso me entusiasma. Y creo que va a ser polémica. Se da en medio de una cumbre muy importante para el país. Allí, el presidente se está jugando su pellejo porque tiene al periodismo local un poco en contra. Lo tienen estigmatizado como débil, invisible. El tipo, según mi criterio, se ve forzado a apretar el acelerador y a decir ‘acá estoy yo’. Pero en el medio de toda esa movida sufre una eclosión con una cuestión personal, familiar con su hija. Para no dejarla sola se la hace llevar a la cumbre de presidentes. Y esa no fue una muy buena decisión... La cumbre trata de formar una alianza petrolera del sur entre los países latinoamericanos. Y transcurre en Chile. Una idea que, dicho sea de paso, no es ninguna tontería. En medio de las negociaciones ocurre todo”.
El director: “Santiago (Mitre) es un adelantado. Están Juan de Garay, Pedro de Mendoza y Santiago Mitre, jaja. No sólo es un tipo formidable, sino que es un director fantástico que tiene muy claro lo que quiere y cómo lo quiere contar. Me cuesta ser objetivo porque yo era amigo de él y en el día a día del rodaje agrandamos la amistad. Además tuvo la grandeza de discutir algunos aspectos de la filmación conmigo. Estuvo muy permeable, y juntos hicimos un trabajo muy bueno. Dolores (Fonzi) y Erica Rivas hacen trabajos impactantes. Romano está en un personaje maravilloso que pareciera que fue escrito para él. Lo borda, como dicen los españoles. Es el jefe de gabinete. Un tipo muy áspero, de los que dicen las cosas como son. Es un elenco maravilloso”.
Es ficción: “Nuestra intención siempre fue contar una historia de ficción. En la preparación de la película tuvimos más en cuenta lo que pasaba políticamente a nivel global que a nivel local. Estábamos al tanto de cuál era la agenda del rumbo político en el mundo más que en Argentina. La realidad argentina es tan explosiva que uno no puede ir detrás de los sucesos políticos. Siempre hay algo que uno no puede prever. Parece que algo fuera oportunista. Que aparezca La Cordillera en este momento no tiene que ver con lo que pasa en el país. La película nos lleva a una posible cocina de las cosas. Tuvimos especial cuidado en que no tuviera anclaje en personajes políticos que existen. Nos fijamos en que nadie se pareciera a nadie. La película es más reflexiva que crítica. Estuvimos muy enfocados tratando de dar la talla. Hay cuestiones protocolares que había que respetar. Para mí la parte más atractiva fue la fusión que se produjo al trabajar con colegas de distintos países latinoamericanos. Eso te abre la cabeza. Fue muy rico”.
La altura: “Una de las dificultades que hubo durante la filmación fue la altura sobre la que se filmó en Chile, 3.600 metros. Es un tema que hubo que llevar con tranquilidad. A mis espaldas se iban cayendo los presidentes, jaja. Los vimos caer como moscas a algunos. Se nos apunaron el presidente de Colombia y el de Ecuador. Estábamos para una foto y sentí un golpe. Miré para atrás y había caído el de Colombia. Lo llevaron en ambulancia. Teníamos dos minutos para hacer esa toma, por cómo daba el ángulo del sol. Pudo volver. Y después, el de Ecuador. También sentimos el golpe. Por suerte, se recuperaron para el bien de Latinoamérica, jaja. Además a esa altura había mucho sol y la nieve se evaporaba con facilidad”.
La actualidad Argentina: “Instaría a los políticos argentinos a toda la transparencia posible y a buscar adentro el gen de lo que los llevó hasta allí. Que solamente se fijen en el bien común y la sensibilidad ciudadana. Me preocupa el país como a todos, por ciertas cosas que se ven. Son muchos los frentes de preocupación: los que sufren injusticias y los que se quedan sin trabajo. Lógico que no me gustan que tiren piedras, como pasó. No me gusta que la gente ande encapuchada y con palos, pero la gente tiene derecho a reclamar y a veces el gobierno va buscando la forma más atinada de cubrirse sin jugarse la piel. Para cualquier ser humano que está a cargo de su casa, si se queda sin laburo, queda en el abismo. Sabemos lo perversa que es la vida para un tipo de 45 o 50 años que se queda sin laburo. Estamos en un momento de cambio, y no hago propaganda eh, pero es bisagra. Si salimos de esta... Pero la violencia no va porque al emplearla dejás de tener razón y lo único que no podés hacer en el reclamo es dejar de tener razón. Sabría a quién votar, pero no voy a votar porque no voy a estar en el país”.
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