El actor repasó, junto al director Sebastián Borensztein y su coprotagonista Oscar Martínez los pormenores de la filmación de la película que se estrena este jueves en los cines de la Argentina.

El cine nacional ha cubierto casi todos los puntos de vista posibles sobre la última dictadora cívico-militar que dirigió las vidas de los argentinos durante los años 1976 y 1983: las víctimas, los veteranos de Malvinas, la subversión, la censura e incluso los represores.

Debido a esto, se hace cada vez más difícil contar nuevas historias sobre ese oscuro capítulo de la historia, pero sin embargo el director Sebastián Borensztein, hijo del legendario humorista Tato Bores, supo demostrar una vez que lo suyo no es simple portación de apellido con Koblic, su nuevo y atrapante trabajo cinematográfico.

En efecto, el director que tuvo un más que auspicioso debut con La Suerte Está Echada y renovó credenciales con la exitosísima Un Cuento Chino, volvió a reclutar a su gran amigo (cenan juntos una vez por semana desde hace casi 30 años) y actor fetiche Ricardo Darín para emprender juntos esta nueva aventura.

La historia gira en torno a Tomás Koblic, un piloto de la armada que en medio de un "vuelo de la muerte" sufre de un repentino ataque de conciencia que lo empuja a rebelarse contra la autoridad militar. A raíz de este evento, Koblic huye y se esconde en el pueblo ficticio de colonia Santa Elena.

Sin embargo, en su fuga se topará con el comisario Velarde (Oscar Martínez), un abyecto policía que sospecha que debajo de ese piloto porteño recién llegado a su pueblo se esconde un historia que se empecinará en descubrir.

Para Darín, interpretar a Koblic se convirtió en un verdadero desafío que pudo superar gracias a su capacidad de "no juzgar" a los personajes que le toca en suerte interpretar. "En este caso, Koblic es un hombre que ha decidido no cometer un crimen pero que en lugar de irse a la Corte Interamericana de Derechos Humanos a denunciar los asesinatos, prefiere huir como una rata de campo", asevera Darín en diálogo con la prensa.

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"Para hacer el personaje, lo mejor es intentar averiguar cómo piensa y como siente. En el caso de Koblic, la base es tratar de averiguar cómo es su pasado. Yo jugué con la idea de que es un tipo próximo a su retiro que nunca se había enfrentado a una situación similar (...). Pero todo esto es una charla hasta tanto te metés en el avión y asistís a una puesta en escena en la que intentamos recrear lo que era verdaderamente un ´vuelo de la muerte´ y entonces te das cuenta de que nada de lo que pensaste está a la altura de la situación. (...) Lo que siempre tuvimos muy en claro es que este tipo siempre tuvo que arrastrar un peso muy grande que es su conciencia por formar parte de un grupo de personas que estuvo asociado al horror y que una vez que estuvo frente a la situación dijo ´no puedo´".

Sin embargo, el personaje de Koblic presenta notorias contradicciones ya que si bien es capaz de asesinar a sangre fría a quien se le ponga por delante con tal de mantener su secreto, se compadece de un perro que encuentra herido. "El perro se llama Efraín", contó el actor y agregó que el animalito "hizo cosas fuera de lo planeado". "Necesitábamos cosas específicas de él que por suerte pudo hacer como que hiciera que tenía la pata rota y después quedó librado a su albedrío porque el tipo hacía lo que quería; entraba  y salía de las tomas con total libertad", relató el protagonista de Truman.

"Había una estrategia para que el perro actuara así: el único que podía dirigirse al perro era él (por Darín)", contó el director Sebastián Borensztein y agregó que "nadie le podía dar galletitas ni llamarlo ni nada. Por eso, como el único que estableció  vínculo con el perro fue él, el perro lo seguía a todos lados".

El tema de la aviación, parte importante del guión, fue acordado en forma conjunta entre el protagonista y el director.  "Tanto Sebastián como yo somos medio fanáticos de la aviación y lo pudimos llevar muy bien porque contamos con la asesoría de gente muy gaucha que nos ayudó incluso a sobrellevar una situación que por suerte no pasó a mayores: teníamos una toma en la que debía intentar poner en marcha el avión pero este no funcionaba. Pero la cosa resultó ser que había quedado combustible en el trayecto que iba del tanque al motor y cuando tuve que hacer un intento fallido de encendido, encendió nomás y nos pusimos nerviosos pero por suerte pudimos pararlo a tiempo", contó el protagonista.

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Oscar Martínez y "el cabello del comisario"

 Al respecto de la situación que vive el protagonista del filme, Oscar Martínez aportó su conocimiento sobre el tema. "Sabemos que hubo gente que se negó a llevar a cabo hechos tan a atroces y por ello fueron reprimidos, encerrados, torturados e incluso medicados con fármacos psiquiátricos con la intención de hacerlos pasar por loco. Yo conozco algunos casos de gente que terminó muy mal y después se supo por qué pasó eso. No se daba a conocer el nombre y apellido de esa gente y tampoco si ocurrió un episodio como el de la película; pero sí se supo de casos en la Escuela de Mecánica de la Armada en que el personal no pudo resistir. Un tipo que se resistía en esos tiempos significaba un gran riesgo porque podía hablar y exponer todo lo que se hacía, y por eso se los encerraba y se los trataba como locos", contó el actor.

El comisario Velarde que interpreta Martínez en el film logra una química única al combinar lo desagradable con la fascinación de un personaje que marca un quiebre en todas las interpretaciones del actor hasta el momento. "Cuando Seba me llamó me dijo: ´quiero hacer una película con Ricardo y con vos´ y yo me tiré de palomita. Leí el guión y tomando un café le dije que eso era para otro actor. Me convenció y me contó que ya tenía un imaginario de Velarde y fuimos construyéndolo exteriormente: primero fue un aplique, después los dientes horribles", comenzó explicando el actor.

Sin embargo, una vez puesta en marcha la máquina creativa, Martínez sufrió un gran cambio en el proceso. "Una vez que yo tenía todo eso, mi propia imaginación creadora de actor comenzó a funcionar involuntariamente y entonces apareció todo este comportamiento gestual que caracteriza a Velarde. Seba me dijo que era un tipo muy fumador, sucio y que tenía los dedos llenos de nicotina, que tenía el pelo aceitoso, que era hediondo, una mie%#$", dice riendo sobre su personaje.

"Todo eso, agregado a las acciones que desarrolla en la película me dejó la sola opción de encarnarlo tratando de sacarme todo lo que soy. Así que al tiempo, después de hablar con Seba y ensayar no me costó tanto interpretarlo porque ya estaba todo hecho prácticamente", concluye Martínez.

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"Hacer una película es como ir a Marte"

Para el director Sebastián Borenzstein, el principal atractivo del personaje de Koblic es que "entra en una contradicción moral que desarrolla a lo largo de la película". "Una buena persona no se levanta a la mañana y se sube a un avión para lanzar gente al mar. Tomamos un contexto histórico, hechos reales y creamos un personaje de ficción", explica el realizador.

 Un detalle que hace a la credibilidad del dilme es el reparto, ya que, además de Darín y Martínez, el resto de los actores son poco conocidos en el ámbito cinematográfico. "Trabajé con el director de casting Gabriel Villegas y le puse un requerimiento: quería "gente que diera autóctona" en lugar de "actores que hagan de gente que vive en el campo", además de solvencia actoral. Quería caras desconocidas, que el espectador no reconociera", dijo.

La elección de la actriz española Inma Cuesta, que realiza una singular interpretación en el film tiene su justificativo de parte del productor Juan Pablo Buscarini. "Hacer una película de este nivel, para el cine argentino es un desafío por lo que nuestra vía natural de búsqueda de socios ha sido España en las coproducciones, y eso deriva en que se tenía que sumar a un protagonista español como condición. Y Inma Cuesta daba con lo pedido en el casting, no sólo por su physique du rol sino por el empeño que puso para controlar las cuestiones del acento ya que ella lo hizo maravillosamente bien para que la historia no naufragara al sentir que teníamos impostada a una española en medio de La Pampa".

Para Borensztein, Koblic es "una película de género que ubicamos en un tema delicado. Esta estructura de western (un forastero que llega a un pueblo sin ley) que le imprimimos a la película era el único abordaje posible que le encontramos para ampararnos y evitar que la historia no tenga un vuelco moral hacia ningún lado. No hay nada que definir moralmente en todo esto porque está claro de qué se trata desde un comienzo. La idea era plantar un personaje de cine negro taciturno, muy callado, con mucho adentro, que genera suspenso a cada paso".

Los procesos creativos que maneja el director le insumen varios meses, e incluso años pero él justifica eso en la motivación que le producen al encararlos. "Voy detrás de historias que me motivan, no hay una estrategia detrás de esto. No es fácil que eso ocurra, pasaron cinco años desde que hice Un Cuento Chino a Koblic, pero cuando hay algo que me motiva mucho y me da combustible para aguantar 2, 3 o 4 años detrás de la misma cosa sin perder la cabeza. De eso se trata porque hacer una película es un viaje a Marte. Hay que tener ganas de ir y volver de Marte por el tiempo y el combustible que insume el viaje", especifica.

La realización del filme le insumió a Borensztein unos dos meses debido a que la naturaleza puso su parte en la película. "Fue una gran convivencia, generamos un estado de "familia", en la que todos estuvimos dos meses viviendo lejos de nuestras casas. Acá terminábamos y nos íbamos todos al hotel y a la noche comíamos y eso hizo que la convivencia fuera muy buena y pudiéramos sortear todos los inconvenientes que fueron surgiendo, especialmente una de las mayores inundaciones que sufrió San Antonio de Areco en los últimos años", explicó el director.

Con respecto a la utilización de un lugar ficticio, Borensztein explica que "Colonia Elena es un sitio inventado pero no una isla con respecto a la situación que se vivía en esa época. Hay un refrán chino que dice "Como es lo grande, es lo pequeño", y eso es lo que quisimos reflejar en la película: cómo los militares tenían todo bajo control, inclusive un caserío que estaba al mando de un comisario corrupto que gozaba de total impunidad ya que contaba con el aval de un militar de rango".

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