"De chico me gustaba diseñar autos de calidad como los Mercedes Benz", relató alguna vez Ricardo Fort en un viaje conduciendo su lujoso Rolls Royce desde su domicilio del barrio de Belgrano a El Trece. En mi rol de periodista me tocó entrevistarlo en varias ocasiones para Diario Popular. El cantante y conductor siempre se mostró amable y con buena onda a la hora de dialogar. Lejos de las frases hechas y más cerca de brindarnos declaraciones polémicas e interesantes siempre nos supo tratar diez puntos.
En la primera ocasión que nos juntamos tuvimos la oportunidad de realizar la charla en su amplio y bello departamento. El lugar es enorme y parecía no tener fin y en el sitio, como siempre, había un séquito de personas entre las que se contaban custodios, amigos y gente de prensa.
Justamente la seguridad para Ricardo era algo vital e importante y siempre se movía custodiado por buena cantidad de personas. Inclusive, el mismo día de la charla al salir de su hogar, a los pocos metros paró el Rolls Royce y retó a sus custodios porque entendía que uno de sus costados quedaba al descubierto ante un eventual ataque en la puerta del conductor. Así era Ricardo, sumamente detallista. A su vez, manejaba y escuchaba música a todo volumen y narraba un sinfín de ideas y proyectos: hacer una revista propia, crear un musical a todo trapo, etc. En síntesis, algunos proyectos los concretó, otros no. Sin embargo, nunca dejaba de soñar despierto junto al entorno y los medios de comunicación como testigos.
La sorpresa era su mejor carta de presentación. De golpe, él podía parar un reportaje. ¿Por qué? Muy sencillo, no le gustaba que haya ruidos alrededor y hacía callar a quien sea, tal cual pasó una vez en una sala teatral mientras dialogaba con este cronista.
Audaz. Polémico. Frontal. Mediático 100%. Unico. Soñador. Lujoso. Excéntrico... son algunas de las palabras que definían la personalidad de Fort.
En otra de las chances periodísticas que nos brindó Ricardo supimos entrevistarlo días previos a su debut en Mar del Plata con la pieza teatral Fortuna. Le disgustaba sobremanera no ser tratado como un artista. Jamás perdonaría algo así a nadie. La música y el teatro eran dos de sus grandes pasiones. El cantante amaba ser famoso y popular. Claro que ambas cosas las logró en gran medida.
Mientras charlábamos, no paraba de fumar, algo que sabía que debía dejar de hacer. Pero no quería. Sin embargo, él siguió marcando su propio destino. Aunque alguien le dijera lo contrario, no le gustaba ni le importaba; hacía la suya. Una marca registrada de Fort. En los últimos tiempos se tuteó con la muerte en muchas oportunidades y finalmente terminó perdiendo la batalla, poniendo fin a sus padeceres.
Ahora su alma descansa en paz y es tiempo de hacer silencio y respetar a toda su familia y amigos.
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