Las familias de ambos y amigos del deporte y el arte fueron parte de la gran boda del mejor jugador del mundo y su amor de toda la vida. Rosario, allí donde nació todo, fue la sede del gran evento del que habla el mundo.

A las nueve de la noche, puntual, Lionel Messi y Antonela Roccuzzo salieron a la alfombra roja del Hotel City Center de Rosario para que casi 200 periodistas pudieran tener la foto de la flamante pareja recién casada.

La alfombra estaba rodeada de un cerco de contención que dividía a la parejita de por lo menos unas 500 personas entre prensa y curiosos.

Messi y Antonela posaron con tiempo para todos, de un lado y otro, pero no dialogaron con la prensa.

Apenas hubo un par de gestos del rosarino para algunos conocidos que estaban del otro lado de las vallas y un saludo especial para un grupo de hinchas de Newell’s que a puro grito y bandera saludaron al ídolo.

Visiblemente emocionado, Messi le dio un beso apasionado a su mujer y en medio del nerviosismo quiso abrazarla y se le bajó la mano a la cola lo que fue el comentario de todos. “La segunda mano de Dios”, bromeó un periodista español que cubría el evento.

Leo y Antonela anoche vivieron la consagración de un amor de toda la vida. El siempre dedicado a la pelota, conoció a la rosarina cuando apenas tenía ocho años.

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Tal vez sin saberlo, tal vez sí, lo cierto es que ese fue el juramento que le hizo la Pulga y por el que luchó siempre. Lo cierto es que los problemas de salud de Messi, la falta de apoyo que recibió en su momento en el fútbol argentino para poder tener las vitaminas que ayudaran a su crecimiento, hicieron que decida partir a Barcelona donde sí le dieron atención.

Ahí la parejita se separó aunque nunca perdió definitivamente el contacto. El primer día de mayo de 2005, a los 18 años, debutó contra el Albacete.

Le anularon un gol. Pero en el minuto 91 logró el primero de los cientos de goles que lo transformaron como el máximo anotador del Barsa. Pero ella, Antonela Roccuzzo, hija de José y de Patricia Blanco, no estaba en la tribuna para gritarlo.

Estaba en Rosario y si bien hoy no quiere contarlo, ya había empezado una nueva relación con otro joven. Sin embargo nunca dejó de pensar en Leo y esa aparición mediática le hizo replantearse su futuro. Tenía que elegir entre apostar al estudio y el trabajo en su Rosario natal o ir detrás de un sueño con ese chico que si bien la había roto en su estreno todavía tenía un porvenir incierto.

Antonela, segunda de las tres hijas del matrimonio, intentó estudiar Odontología pero le fue imposible seguir. Empezó Comunicación Social en el Centro Educativo Latinoamericano pero tampoco era su vocación la que encontró haciendo deportes tres veces por semana, cinco horas por día, en el club Gimnasia y Esgrima.

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Mientras tanto Jorge Messi, padre de Lionel, decidió mudarse definitivamente a España e instalarse con la familia.

Tal vez muchas historias como estas se hubiesen terminado pero el destino les tenía reservado una nueva oportunidad y fue una tragedia la que los volvió a unir. La mejor amiga de Antonela muere a sus 17 años en un accidente: la mata un conductor borracho. Messi se entera y vuela a Rosario. Reencuentro triste, pero reencuentro al fin.

Ese instante de dolor completa la historia y la fantasía o la convicción del niño tímido que le escribía cartas a la que sería, sí o sí, obstinadamente, su novia. Ese encuentro fue determinante para que Antonela se olvide de ese joven que había empezado a conocer y le prometió a Messi que ambos seguirían la relación a distancia y sin contarle a nadie.

Si bien no hay una fecha exacta de cuando comenzaron a salir, las amigas de ella aseguran que tiene como día el 20 de julio de 2007. Fue en la quinta de los Roccuzzo en Roldán, sur de Rosario. Pero para los medios esa confirmación llegaría un tiempo después y fue antes del mundial Sudáfrica 2010 cuando ella viajó por primera vez a Barcelona y se instaló en la casa de Lío: una mansión de cuatro plantas, costera, en Castelldefels.

Antonela, con una rutina: acompañarlo, esperar la visita de sus padres, estudiar inglés con un profe particular, y no abandonar el gimnasio. Desde entonces la pareja nunca más se separó y en 2012 llegó la confirmación del primer embarazo de ambos. Thiago nació ese año y tres años más tarde llegó Mateo. Anoche los cuatro coronaron el amor en la ciudad de Rosario. La ciudad del Monumento a la Bandera, la que los vio nacer y donde juraron volver. Ahora y para siempre, como marido y mujer.

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