A mediados de los '90, el productor David Chase se imaginó cómo sería ver a un mafioso sentado en un diván. Su plan original era desarrollar esta premisa en un film que se inscribiría en la tradición de gangsters italianos al mejor estilo El Padrino (The Godfather, 1972) y Buenos Muchachos (Goodfellas, 1990). Sin embargo, su mánager consideró que el desarrollo de los personajes era tan perfecto que merecía extenderse en una serie.
Después de desarrollar el episodio piloto de Los Soprano (The Soprano, 1999-2007), en 1997, Fox rechazó su producción. Sin embargo, el proyecto cayó en HBO donde el director de contenidos Chris Albrecht le vio todo el potencial para cautivar a un público adulto. Rápidamente, tras su estreno, el show se puso a la crítica en el bolsillo por su habilidad para combinar humor negro con elementos propios de un drama profundo. "Lo más alto a lo que puede llegar la televisión", describió Robert Bianco de Usa Today.
A la distancia, a pesar que Breaking Bad (2008-2013) o Game of Thrones le pueden arrebatar su lugar como la "mejor serie de la historia", la vida de Tony Soprano (James Gandolfini) y su peculiar familia se sigue colocando en lo más alto de cualquier ranking. Su atrapante descripción del hampa, la extraña culpa que carcome al "Don de Nueva Jersey" y la gran calidad de las actuaciones la sostienen como un show de visión obligada. Aún, a dos décadas de su primera emisión.
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