Advierte que para manejar un canal de televisión sólo hay que tener plata y poder. Asegura que no existen dos funciones iguales y que el talento es un don que se debe pulir. Admite que le resulta complicado poder vivir de su profesión. En esta ocasión, el primer actor Manuel Callau -quien lleva adelante la comedia “Coach” junto a Pablo Alarcón y Coni Marino en el teatro Border- deja en claro, entre otras cuestiones, que la soberbia combinada con la ignorancia le provoca temor.
l ¿Cómo fue el camino que lo trajo hasta este presente?
-Sinuoso, tormentoso, con lugares muy bellos, momentos de mucha lucha y nada previsible. Haber aceptado esa diversidad y esa complejidad, lo convirtió en placentero.
l ¿Qué lo impulsa a hacer lo que hace?
-Cuando yo era chico, mi viejo tenía un puesto en el mercado de Abasto, los sábados hacían asados y a mi me hacían cantar. Mientras yo cantaba, observaba cómo me miraban los otros y esa mirada, me hacía sentir muy bien. Cuando el otro me legaliza, me acepta y me mira a partir de lo que hago, adquiero sentido. Yo construyo desde mi subjetividad, ese es mi punto de origen y de inflexión.
l ¿Qué no debe estar ausente en una buena interpretación?
-Yo no me siento intérprete, me siento actor. El actor no interpreta la literatura dramática, construye una nueva categoría y ese nuevo objeto es la conducta del personaje. Eso no habla en desmedro de la interpretación, habla de otra naturaleza.
l Entonces, ¿qué no debe faltar en una buena actuación?
-Fiesta, explosión, descubrimiento, vitalidad, reflexión, algo que conmueva y que acerque tanto al espectador como al actor a un lugar de complicidad y de disfrute.
l El talento, ¿es un don?
-Aquellos que poseen talento deben formarse para expresarlo en su complejidad y en su totalidad. Muchos talentosos no estudian sin advertir que ese don, usualmente, tiene un techo. Si a esa virtud la pulís, adquirís las herramientas que te permiten potenciarla y multiplicarla.
l Trabajar en televisión, ¿prestigia al actor?
-La televisión te posibilita ser conocido masivamente, pero es responsabilidad del actor construirse más allá de eso.
l Algunos de sus colegas, con una extensa trayectoria, no aceptan hacer un casting para una producción nacional, ¿usted se alinea en esa postura?
-Yo no acepto hacer castings, pero si me dan un libro y el productor me dice: “El director te vio en el teatro, en el cine y en la tele. Cree que podés hacer este personaje, pero hay otros actores y me gustaría que hagas una prueba de cámara”, no me niego. El punto es que muchos directores no conocen a los actores. Así como no puede ser que existan directores de televisión que nunca hayan ido a ver una obra de teatro, hay canales de televisión que son manejados por tenderos -con perdón de los tenderos- que no tienen idea de lo que significa conducir un medio. A nadie se le ocurriría subir a un avión piloteado por alguien que no sabe pilotear. Para conducir un avión hay que saber. Para manejar un canal de televisión, no es necesario saber, sólo hay que tener plata y poder.
l En lo personal, ¿resiste o se adapta a la coyuntura?
-¡Cómo puedo confrontar con un poder tan grande siendo tan débil!
l Por ejemplo, eligiendo no trabajar en la televisión.
-Yo no trabajo en la tele porque no me convocan para cosas interesantes, pero si me llaman para proyectos donde el actor es considerado y la propuesta es llegar al espectador y respetarlo como interlocutor, como fue el caso de “Las tres esposas de Wilson Fernández”, accedo. La tele es un medio estupendo y muy importante, que antes vendía jabones y ahora construye la subjetividad de la comunidad. Su rol cambió. Uno que trabaja ahí, debe ser consciente de eso.
l Actualmente, ¿cuáles son los principales problemas que debe sortear un actor para vivir de su profesión?
-A mi me resulta muy complicado poder vivir de mi profesión. Todos hacemos concesiones en ese sentido, pero en el caso del actor, la cosa se complejiza aún más. Hoy, la tele cambió su eje y opera sobre la subjetividad de la comunidad. Estoy harto de ver programas que instalan temas de agenda de los políticos, de los gobiernos o de lo que fuere. La tele sigue haciendo publicidad, pero para sostener su nuevo rol. Por eso, las líneas editoriales definen, como siempre, los contenidos, en este caso acerca de las tendencias políticas, ideológicas y demás.
l La tele, ¿es un monstruo de mil cabezas?
-Yo diría que es un monstruo con distintas cabezas que nutren a lo mismo