Parece algo increíble que en últimos 30 o 40 años el género de las películas de acción se haya estancado y las que van saliendo sigan teniendo guiones que dan a entender que es casi imposible innovar en ese aspecto.
Y no lo digo por todas ellas sino por ese 90 por ciento cuyos realizadores parecieran querer cumplir todos los requisitos del género pero también con los clichés. Entonces tenemos la historia de un hombre al que le mataron toda su familia y sale en busca de venganza, otro que es un mercenario y debe cumplir con un trabajo que le genera un conflicto moral, y también el del sujeto inculpado injustamente de un crimen que no cometió que con todo en contra debe buscar justicia a cualquier precio.
Por eso después de salvar la Casa Blanca de un grupo terrorista coreano y luego a la ciudad de Londres de otro comando que deseaba el caos y la anarquía, ahora el agente del servicio secreto Mike Banning (Gerard Butler), deberá probar que no tuvo nada que ver con el intento de asesinato del presidente Alan Trumbull (Morgan Freeman), que quedó en coma.
Con su propia familia en peligro y perseguido por sus propios colegas, Bannning buscará restablecer su buen nombre y honor con todas las probabilidades en contra. Lo mismo de siempre, bah.
De esta manera, la segunda secuela de Ataque a la Casa Blanca (Olympus has fallen, 2013) y Londres bajo fuego (London has fallen, 2016), sólo busca sacar rédito del éxito de las anteriores entregas (a las que les fue relativamente bien en taquilla aunque no fueron “tanques” ni mucho menos) aunque en esta ocasión solamente cuenta con el protagónico de Gerard Butler ya que el personaje de Aaron Eckhart (el presidente Benjamin Asher) cedió el mando a su sucesor, Trumbull (Freeman) que ya tiene una vasta experiencia interpretando a mandatarios norteamericanos y sudafricanos.
El director Rick Román Waugh buscó contar una nueva aventura de Mike Banning que no difiere demasiado de lo que sucede en varias de las temporadas de la recordada serie 24 (2001-2014), al punto de que es tan similar que en muchas ocasiones nos encontramos con que ya sabemos lo que va a pasar de antemano.
Hasta el villano de la película es un actor que suele incurrir en papeles similares, y que no vamos a nombrar para no spoilear, con lo cual pareciera que está todo dicho este cuento que ya hemos visto y escuchado esto mil veces.
Sin embargo y a pesar de todo, el carisma de los protagonistas, sobre todo de Butler y Freeman hace bastante llevadera la historia que además cuenta con unas muy buenas secuencias de acción.
En definitiva, presidente bajo fuego es una alternativa para pasar una noche de sábado entretenida ya sea en el cine o en el cable, pero de la que no se puede esperar mucho más que un montón de tiros y explosiones con un trasfondo por demás conocido.