La estrella de Hollywood y la protagonista de Dulce Amor compartieron una comida en un exclusivo restaurante de Palermo, junto con otras personas. El actor se retiró primero y la actriz dejó en claro que su affaire está firme.
El actor estadounidense Sean Penn se encuentra en Buenos Aires y aprovechó su visita a esta capital para reencontrarse con su ¿amiga?, la actriz argentina Calu Rivero. Instalado en un hotel céntrico de la ciudad la estrella de Hollywood y la protagonista de Dulce Amor eligieron para el reencuentro un coqueto restaurante en la zona de Palermo, a donde llegaron a bordo de un poderoso automóvil color negro de origen alemán que se estacionó frente al exclusivo lugar de comidas. Del auto salieron una exultante Calu Rivero y un orgulloso Sean Penn, quien sabía de antemano que ésa no sería una noche más.

Los que presenciaron la breve escena no dejaron de asombrarse por el particular atuendo que eligió la actriz argentina. Como una de las glorias de los años 40 del Siglo XX, Calu Rivero dejó absortos a todos los comensales llevando con gran estilo un inmenso sombrero color marfil,
camisa y pollera a lunares en tonos negros y blancos, y tacones y medias en la misma gama que realzaban su vestuario, según publicó ayer el sitio Infobae.com.

El asombro se extendió a las mesas adyacentes, pero adquirió mayor volumen en la mesa de al lado, en la que se encontraban el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, y su esposa Julieta Awada. Y no es para menos, quien estaba sentado muy cerca de ellos era el protagonista de la película Milk y el ex marido de Maddona.

El ganador del Oscar ordenó sopa, de entrada y platos interminables de la carta de sushi que disfrutó mucho. Sin embargo, no sólo Calu fue su partenaire, una docena de personas escoltaban a la pareja. Ya instaladísimo en el salón del piso superior y en la silla central presidiendo su mesa, un lugar reservado a Marcelo Tinelli, amigo de la casa, Penn se mostró distendido y concentrado en la charla que mantuvo con su joven dama, tertulia que duró más de dos horas.

La estrella del cine mundial de visita en el país por segunda vez al parecer sólo tuvo dos exigencias: sushi y Calu. Alertado por la presencia de la prensa, el activista y luchador por los derechos humanos se retiró del restaurante solo y no dio declaraciones.

Minutos después Calu Rivero se retiraba, aunque su partida fue menos estrepitosa. Caminó junto a sus amigas, una cuadra hacia su automóvil. En este escueto recorrido conversó con la prensa y a decir por su cara el solo hecho de mencionar el reencuentro con quien fuera el hombre fetiche de la mismísima reina del Pop, el beneplácito de su mirada lo decía todo. Educada y gentil, Rivero respondió a todas las preguntas con una espléndida sonrisa y dejando en claro a los buenos entendedores que su affaire con el astro del celuloide marcha firme como los vientos patagónicos que dejan su huella al pasar.

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