La obra presenta un futuro (que bien podría ser un presente) en el que el trabajo físico de una clase golpeada y sometida genera a energía que mantiene a otra superior en la escala social. POPULAR charló en exclusiva con Víctor Chacón, autor y director de esta puesta que agota entradas en el circuito off.

Un lugar de trabajo pesado que bien podría ser una fábrica. Dos obreros que bien podrían ser esclavos. Un futuro que bien podría ser un presente. Y la explotación y la desigualdad, que trascienden tiempo y espacio. Eso, y mucho más, presenta “Tracción a Sangre”, una interesante propuesta del circuito de teatro off actual de la Ciudad de Buenos Aires.

Con autoría y dirección del dramaturgo y escritor Víctor Chacón, se trata de una puesta donde lo alegórico y lo físico ocupan un lugar central.

Con motivo de su reciente estreno, y tras funciones a sala llena, POPULAR charló en exclusiva con Chacón.

-¿Cómo surgió el proyecto? ¿Cómo se te ocurrió escribir “Tracción a Sangre”?

La obra surge cuando un colega de La Plata me plantea presentar un proyecto para una bienal de arte joven. En realidad me había convocado a mí como escenógrafo y a otro colega como director. estaba la idea de una bicicleta iluminando con un dínamo pero no teníamos texto. Nos juntamos y propusimos traer algunos textos dramáticos para ver si iban con la dinámica que proponíamos, y yo aproveché el envión para escribir un primer boceto de lo que hoy es “Tracción a Sangre”. Si bien el proyecto no quedó en la bienal, me quedó de premio el texto de la obra. Con el tiempo lo fui mejorando y finalmente quedó lo que pusimos ahora en escena. La idea de que el actor genere su propia luz a partir de su actividad física me llevó a pensar al teatro como una división en clases sociales: están los que laburan arriba del escenario mientras un grupo de personas los está mirando sentadas en una butaca. De ahí esta cuestión de que necesitan generar para desconocidos. El trabajo del actor es a tracción a sangre. De ahí la alegoría con las divisiones del trabajo, y los diferentes roles que ocupan los actores en la obra.

-¿Cómo fue el proceso que llevó hasta el estreno de la obra en Pan y Arte?

El proceso empieza de una charla con Manuel de la Serna (NdR: hermano del célebre actor Rodrigo de la Serna) en la planta baja del teatro. Estaban hablando junto a Pablo Apezteguía de un libro que publiqué en el 2016 y me preguntó si tenía alguna obra. Le hablé del proyecto y me dijo que lo hagamos. Se empezó a gestar el año pasado en un atelier de Villa Crespo, ahí tuvimos los primeros ensayos y las primeras búsquedas. Cuando empezó este año ya nos instalamos en FAUNA, un centro cultural que queda en el centro. Entró al elenco Lucas Ranzani en el papel de Sáenz y empezaron los ensayos regulares. Ahí ya trabajamos con los objetos y los personajes se fueron definiendo. Miguel Ángel Vigna pasó de hacer una asistencia con los objetos a actuar en la obra y el equipo se terminó de definir con Javier Grinstein en en asistencia de dirección. Ya con el equipo armado y con el FAUNA como búnker de trabajo metimos tres ensayos semanales. Cuando tuvimos que llevar todo para Pan y Arte aprovechamos y mandamos ensayos casi todos los días. La semana del estreno tuvimos un preestreno abierto al público, la función de prensa, el estreno en la ciudad de La Plata y al otro día estrenamos en Pan y Arte. Es casi que nos sentimos adentro de la diégesis de la obra en esas semanas.

-Toda la obra funciona como una metáfora de la desigualdad social y la explotación. ¿Por qué elegiste hacer una distopía para hablar de estos temas?

Si bien definimos el contexto de la obra como un futuro distópico, pienso que la definición sería que la obra sitúa una distopía anacrónica. O sea, en estos momentos no creo que nadie piense que vivimos en una utopía, más bien todo lo contrario. O sea, la obra podría estar sucediendo ahora mismo. Cuando uno se pone a pensar diferentes condiciones de trabajo, resulta muy difícil no pensar lo ilógica que se ha vuelto la distribución de los recursos para las diferentes personas y cómo se ven predeterminadas casi de manera innata por su contexto a pertenecer a determinado grupo. Hoy hacer teatro es un lugar donde se puede hacer referencia a estas desigualdades, y no debe hacerse sí o sí de manera literal, al contrario; el relato cuenta una historia lineal, de unos trabajadores que se pelean por sus diferencias. El deseo de generar un cambio social está planteado de manera metafórica, como bien decís vos. A veces la denuncia literal y a viva voz en el teatro se vuelve un panfleto insoportable de tolerar para cualquier espectador, y el que no quiere que la cosa cambie sale más convencido después de ver una obra panfletaria.

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-La obra es muy física, y además de hacerlo entre sí, los actores interactúan constantemente con los objetos escénicos que representan las máquinas con las que sus personajes trabajan. ¿Por qué esta decisión? ¿Qué creés que aporta a lo que querías contar y decir con “Tracción a Sangre”?

Es que el teatro es trabajo físico, es el actor poniendo el cuerpo. En mayor o menor medida, el actor tiene un trabajo corporal siempre. Por momentos el espectador se olvida de eso, pero es imposible olvidarse si uno no sólo ve a un personaje cansado, sino que también ve el cansancio del actor. En todas las funciones, el público sale preocupado por si algún actor tuvo lesiones, y quise poner en escena eso mismo; por eso trabajamos al detalle con una coreógrafa para evitar que los chicos se hagan daño. Más allá de la empatía que puede uno generar o no con el personaje, atrás hay un actor que le pone su energía y sus músculos a la representación. La actuación es un trabajo que se mueve por tracción a sangre, hay desgaste físico frente a un grupo de personas que no se mueven.

-¿Cuáles son las formas de explotación y desigualdad que más te preocupan en la sociedad actual? ¿Cuánto creés que la obra habla de la Argentina del presente?

Creo que desde la Segunda Guerra Mundial a la actualidad, las formas de explotación del hombre por el hombre van en aumento y cada vez son peores; la manera en que se ha mercantilizado el cuerpo, llegando a traficar personas vivas para la explotación extrema, retrocedimos al medioevo con la trata de personas. Igual lo que más me preocupa es la gente convencida de que la explotación es algo bueno, que la sobre exigencia laboral y el dejar contento a los poderosos es algo bueno que nos hace progresar. Esa cultura del trabajo sin recompensa alguna, la creencia de que en algún momento si yo trabajo como esclavo me va a llegar mi premio. Esto lo veo mucho en la Argentina actual, mucha gente joven que piensa que trabajar en una empresa multinivel es ser un emprendedor, un pequeño empresario; el boom de las franquicias en todas las áreas metropolitanas, la creencia que manejar un Glovo es tener un trabajo digno, o que es mejor que Kentucky compre todas las pizzerías de barrio porque así va a ser más barato. Esa creencia me destruye el corazón, veo que la batalla cultural está perdida, defender a un sistema que te explota con un convencimiento ciego. En la obra lo reflejo en el personaje de Goyo, el que interpreta Miguel Ángel Vigna, alguien que todo el tiempo plantea que hay que seguir sin importar las condiciones.

-¿Qué planes tenés con la obra?

En éstos momentos estamos disfrutando de tener la platea llena, lo cual es algo impensado en la actividad teatral de éstos últimos años. En el verano hay planes de llevarla a Sao Pablo, donde ya tenemos algunas ofertas. Después coincide en Europa gran parte del elenco, por lo que yo también saqué pasaje y vamos a intentar montarla allá. Después de esas peripecias volver, hacer una segunda temporada en Capital; y llevarla de nuevo a La Plata, que es la ciudad que me formó como lo que soy ahora y le debo mucho a sus instituciones artísticas y educativas, sentiría que le estoy devolviendo algo a la educación pública.

-¿Cuáles son tus próximos proyectos?

De proyectos futuros está la próxima edición de mi segundo libro, “El equilibrio de los renacuajos”, que lo edita Malisia Editorial y transcurre en el mismo universo que “Justicia Divina Para los Sapos” editado también por Malisia en 2016. Y se está llevando a cabo una puesta de “El Matadero” a cargo de Lázaro Mareco en Formosa, una obra de teatro que escribí basándome en el cuento de Etcheverría y donde intento devolverle un poco de voz al pueblo.

"Tracción a Sangre" se presenta todos los viernes a las 23:00 en Teatro Pan y Arte (Av. Boedo 876, CABA).

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