La decision de no callar lo que piensa lo dejo en un momento fuera de los medios. Volvio gracias a una propuesta de Julián Weich. Hoy esta en un impasse recuperándose de un accidente de moto.
Viajé por todo el país y vivía en casas de chapas hasta que Julián Weich me llamó para trabajar con él", cuenta el humorista conocido como Tuki al hacer un repaso de su vida. Un hombre con poco apego a lo económico que valora otras cosas de la vida: "Lo más importante es poder vivir en libertad y con valores morales. Es por eso que nunca tuve necesidad de venderme a nada ni a nadie, ni siquiera a algún gobierno de turno. No tengo miedo de que me cierren puertas por mis opiniones porque yo como lo que hay y me visto como puedo. La vida pasa por la ética y los códigos que uno pueda sostener a lo largo de ella".

Sus críticas son más ácidas que sus bromas. "He tenido que cambiar el tenor de mis chistes. Los pibes hoy en día son muy ignorantes, entonces algunas cosas que tienen que ver con lo político o lo histórico no lo entienden. Pero más allá de eso, siempre en mis monólogos trato de seguir con mis ideas y de vez en cuando le agrego cosas banales referidas al pene, la vagina y esas cosas que no necesitan mucha digestión intelectual y se absorben fácil". Las bases de la decadencia las encuentra en la educación: "Si fuera presidente dedicaría todos los esfuerzos en invertir más dinero en formación. Hoy en día, algunos se alegran porque aumentó el presupuesto para enseñanza pero evidentemente no alcanza. Si vas a un colegio y les preguntás a los pibes por los próceres, te puedo asegurar que no saben quiénes son. La situación actual es alarmante, y no veo perspectivas de mejora. Por citar un ejemplo, antes nosotros nos criábamos mirando Odol Pregunta y hoy la juventud crece con Tinelli en la pantalla".

La cultura, según Tuki, hace que "las personas tengan conciencia crítica y puedan discernir entre lo bueno y lo malo. Ahí es importante el papel de la moral, porque si sólo importa lo superficial, lo banal y lo económico, te podés convertir en un grasa con plata como Tinelli, al que no le importan los valores sino sólo su dinero". Sus pensamientos lo alejaron de muchas personas: "Hay una división en nuestra sociedad importantísima. Y eso hace que no encuentre puntos de contacto con muchos de mis amigos. Si digo algo, me tildan de tal o cual forma".

El humorista sabe muy bien que con el humor puede mover muchos intereses contrapuestos: "A mí me han echado de radios por decir las cosas que pienso, como por ejemplo una vez que me invitaron a retirarme porque dije un comentario acerca de los curas. Sé que muchos canales y radios no me van a dar lugar porque digo cosas que pueden molestar, pero no me importa. Yo pienso así y no me avergüenza decir nada. Por eso en determinado momento me cansé de todo y me fui a recorrer el país. Muchas veces dormí en estaciones de micros o en casas de chapa, hasta que apareció Julián Weich, quien no me caía para nada bien hasta antes de conocerlo, y volví al ruedo en la tele". Y de muchos de sus colegas piensa que "se callan porque no quieren perder el laburo. Hay mucha hipocresía dando vueltas. Uno decide de qué lado quiere estar. Yo gracias a Dios, lo decidí hace mucho tiempo".

Finalmente, confesó uno de sus sueños: "En un futuro, me encantaría tener un vehículo con medios audiovisuales satelitales para poder ir transmitiendo desde cualquier lugar del mundo. Y así contar cosas que nadie hace, como pueden ser cómo es un cabaret en Rumania o una cárcel en Laos. Así voy a poder combinar dos de mis pasiones: los medios y el viajar".

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