Tras un mercado de pases muy movido, con inversiones millonarias, Boca terminó encontrando a una de sus máximas figuras en el semillero. El pibe Adrián Andrés Cubas la rompió ante Temperley, rubricando una serie de actuaciones que ya lo catapultan a la titularidad, con el agregado importante de asomarse como la continuidad de una dinastía de volantes centrales xeneizes originada en los últimos quince años y todos surgidos de juveniles.
Primero fue Sebastián Battaglia, luego Fernando Gago, posteriormente Ever Banega, y ahora este pichón de crack, llamado Cubas, que con apenas 18 primaveras juega con la suficiencia de un veterano de mil batallas, quitando pelotas como un pulpo, casi sin cometer infracciones, y entregando siempre el primer pase con acierto.
"Cubitas" o "Chichito", como suelen llamarlo por su baja estatura y su parecido en el juego con el colombiano Mauricio Serna, llegó a Boca en 2007, con apenas 11 años, desde su Aristóbulo del Valle natal, en la provincia de Misiones, luego de que "Colorado" Alejandro Farías, un ex volante auriazul de la década de los '90, lo descubriera en una prueba que se hizo en ese pueblo.
Farías le echó el ojo y no dudó. "Este pibe está hecho a la medida de Boca" pensó, y entonces llamó a sus contactos en el club y no dudó: "Descubrí un enano que la rompe". Del otro lado, la respuesta no se hizo esperar: "Traelo ya". Y así fue nomás. Lo ficharon en infantiles, y aunque se quedó jugando un año más en Misiones, al siguiente arrancó su carrera en La Ribera, haciendo escala en todas las divisiones, hasta llegar a Quinta División, desde donde pegó el salto a Reserva, y de allí, con pocos partidos, a Primera.
Cuentan que en una práctica, jugando para los suplentes, le tocó marcar nada menos que a Riquelme, y no le dejó tocar la pelota, con lo que el talentoso Diez, asombrado, le fue a preguntar al técnico de ese entonces, Carlos Bianchi: "¿Quien es el pibe que me marcó?, no me dejó agarrar una". Desde allí, el Virrey lo empezó a tener en cuenta, hasta hacerlo debutar en Primera, en el final del partido ante All Boys, en Floresta, con victoria 3 a 1, por el torneo Final 2014.
Con Bianchi jugó dos partidos más, pero fue el Vasco Arruabarrena el que le dio el respaldo definitivo, para ganar en confianza y encontrar el lugar para desarrollar su juego, bien al estilo de Boca.
Atrás quedaron las etapas más duras, como la de acostumbrarse a la vida de Buenos Aires, ya que hoy, junto a la compañía de su hermano José Armando (un año mayor, juega como delantero en Quilmes) vive en San Telmo (cobijado por el hogar de Ricardo Aloi, amigo de la familia), desde donde viaja todos los días en colectivo hasta La Boca. Y también quedó en el pasado una complicada lesión en la espalda que lo dejó casi ocho meses sin jugar en 2013 y con todas las preocupaciones a cuestas.
Cubas prefiere recordar las mejores épocas, cuando con su categoría, la '96, salió campeón en Octava y Quinta, con un equipazo que compartió con otros que llegaron a Primera, como Cristaldo, Komar, Leo Suárez, Pochettino y Leszczuk, éste último campeón sudamericano con la Sub 20. Y al mismo tiempo, disfruta de este brillante presente, consolidado en el equipo y ganándole la pulseada al Pichi Erbes en la lucha por el puesto. Asoma un crack, para seguir con la dinastía que arrancó hace quince años.
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