El puntapié inicial de Lucas Boyé comenzó gracias al famoso "boca en boca". En su ciudad natal de Santa Fe, específicamente en San Gregorio, llegó el comentario en el cual se decía que desde River andaban buscando un delantero, de esos tanques, categoría 96. Y ese fue el disparador para que el pibe de tan solo catorce años por ese entonces arme las valijas, pruebe suerte en el Millonario y finalmente reciba el pulgar arriba de quienes le hicieron una prueba de ingreso en donde los conitos los pasaba con los ojos cerrados y a los defensores los volvía locos.
Así en menos de cinco años que lo tuvo como protagonista de varios logros con las inferiores que lo acostumbraron a tomarle el gustito a las mieles del triunfo, el diamante en bruto ganó el Mundial de Clubes en junio del 2013 y también levantó la Copa Dallas en abril del presente año frente al Sub 20 de Estados Unidos en donde gritó por duplicado. Con un buen curriculum futbolístico pese a su corta edad y una experiencia que promete, al delantero Ramón Díaz, el ex entrenador de River, le tiró el primer centro en un cotejos veraniego amistoso ante San Lorenzo donde el resultado final fue 3-1 para los Cuervos. Pero su actuación personal no fue mala, pues si bien se perdió, el artillero comenzó a mostrar sus primeras gambetas en donde siempre sacaba una sorpresa de la galera para que desde las tribunas bajen aplausos.
De este modo puede afirmarse que Ramón le dio la primera oportunidad y el actual DT riverplatense Gallardo tiene en mente darle continuidad. Sin David Trezeguet, un Fernando Cavenaghi entre algodones, y con Teo Gutiérrez que tiene idas y vueltas en relación a su continuidad por Núñez, la hora del pibe puede llegar en cualquier momento. Con todos esos condimentos, Lucas Boyé no se agranda pese a su metro con ochenta y tres centímetros y asegura que "no sé si me cambió la vida tanto a mí porque en realidad pienso como siempre con ganas de trabajar y seguir ganándome lugar" tras hacer su debut oficial ante Ferro por Copa Argentina, y de paso conseguir la clasificación a octavos.
Teniendo como base los manuales de su delantero predilecto, Radamel Falcao García, "por el manejo de las dos piernas", complementando el aprendizaje con la técnica del argentino Gonzalo Higuaín y el holandés Robin Van Persie, además de ser comparado con el histórico delantero riverplatense Hernán Crespo, Boyé pule su estilo propio mientras Gallardo le pide que "sea la estocada final y esté con los centrales rivales en constante movimiento para que no le permita salir".
Pero los pies de Lucas Boyé, pese a la lluvia de elogios, están en la tierra pues sabe que este semestre cargado de copas "dará posibilidades de rotación", aunque no está "desesperado por jugar porque las cosas si tienen que llegar, van a llegar".
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