Pablo Álvarez, coordinador de las inferiores del conjunto cordobés, siguió de cerca el crecimiento de la nueva joya de Boca, y dice que "se notaba que iba a ser lo que es". Además, dirigió a Paulo Dybala. ¿Se parecían en inferiores?

El fútbol cordobés habla mucho de La Agustina, el predio de inferiores de Instituto de Córdoba. Allí surgieron varias perlas: Paulo Dybala es la más conocida, y Gonzalo Maroni, la nueva irrupción de Boca, es la más reciente. Pablo Álvarez, coordinador de las divisiones juveniles de La Gloria, conoce muy bien a los dos: dirigió a la Joya durante varios años, y acompañó toda la formación del nuevo enganche Xeneize.

"Eran dos chicos sin personalidad fuerte, pero eran líderes deportivos: se cargaban el equipo al hombro y sus compañeros se apoyaban en ellos", le dice Álvarez por teléfono a DIARIO POPULAR. Álvarez trabaja en La Agustina desde 2004. Forma jugadores que llegan a Primera a borbotones. La fórmula no es secreta y se aplicó tanto en Dybala como en Maroni: "Nosotros apostamos por los talentosos, aunque sean chiquitos físicamente. Formamos a los que terminan dándole más rédito al club. Los soportamos. No nos importa el resultado temporario, creemos en la formación".

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Chiquitos, y con poca contextura física, Dybala y Maroni tenían algo en común: escapaban de las patadas. "No les gustaba el roce", recuerda Álvarez. Sin embargo, no repercutían de la misma manera cuando jugaban en juveniles. De Dybala se hablaba, aunque no tanto: "No era lo que es hoy. Era criterioso y con muy buena técnica. Pero ni siquiera en la quinta de AFA parecía lo que fue cuando llegó a la Primera de Instituto. En Primera hizo cosas que no hacía en inferiores", cuenta.

De Maroni, en cambio, se vislumbraba —se vislumbra— un futuro prestigioso. Maravilla llegó al club con seis años: el nieto de Tobares, un fallecido dirigente, iba al colegio con él y lo llevó a Instituto. Su familia es fanática de La Gloria, así que la decisión fue sencilla. Maroni, años más tarde, brilló en dos torneos juveniles: LIFI (Liga Intercolegial de Fútbol Infantil) y Canal 12, un certamen televisado.

"Era mucho más desequilibrante que Dybala—rememora Álvarez—: podía sacarse cuatro jugadores de encima y hacer el gol con una facilidad impresionante. Era un crack, muy superior".

Con edad de séptima, Maroni jugaba en quinta. Viajaba a Buenos Aires para enfrentar a los equipos grandes y seguía marcando diferencia: "Era insostenible", dice Álvarez. Debutó en Primera contra Atlético Tucumán, el 12 de agosto del 2015 con 16 años. Álvarez no trabajaba en el club: dejó su puesto peleado con la dirigencia de ese momento. Maroni jugó, y meses después lo vendieron a Boca: $6.000.000 por el 90% del pase. Con ese dinero, los directivos de Instituto le pagaron cuatro meses de sueldo a los empleados y al plantel. "Lo hicieron debutar para venderlo. El club estaba en crisis", dice el coordinador.

Maroni estuvo diez años en el club y solamente dejó plata como para pagar cuatro meses de sueldos.

En 2016, los nuevos dirigentes volvieron a contratar a Álvarez.

"Maroni tiró mil caños y sombreros como el de ayer. El problema es que nunca sabés si son capaces de hacerlo en ese contexto", dice Álvarez, quien admite que no se sorprende más luego de ver la explosión nuclear de Dybala. "Es muy difícil compararlos. Ojalá pueda hacer una linda carrera en Europa", desea.

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