Era una prueba de fuego para Independiente. Para su entrenador, para los jugadores, para la elaboración de su plan de vuelo futuro. Y la superó con creces, al menos desde la elocuencia de la chapa: 2 a 0 a Lanús, el último campeón, el mejor de la temporada pasada y en su casa, con el agregado extra que, en esta competencia, tiene el gol en condición de visitante.
Quizás desde el juego ofensivo, el equipo de Milito no haya redactado un juramento de protagonismo, pero sí desde el orden defensivo, el equilibrio en el medio y, en este caso, la efectividad. Porque Independiente acertó en donde falló Lanús: el aprovechamiento integral de los errores del adversario. Detallemos:
1) Sobre la media hora de juego la última línea roja quedó mal escalonada, Rius apareció solo frente al arco y la tiró afuera.
2) Centro de Rigoni, Monetti rechaza contra el cuerpo de Braghieri y la pelota le queda servida a Leandro Fernández, gol de Independiente.
3) Silva entrega corto de cabeza para atrás, habilita a Rigoni que define de emboquillada y segundo del Rojo.
Con esa breve radiografía se puede explicar el partido y el resultado. Claro que a ello hay que agregarle que Lanús, con sus buenas ideas, chocó contra un esquema bien posicionado, en el marco de un primer tiempo con dos equipos con partituras de juego casi idénticas. Y como ninguno se equivocaba -o lo hacían rara vez- la vara de las emociones se ubicó muy alto.
La primera parte se fue con esa única situación en favor del local en los pies de Rius, con Lanús apostando al criterio de Román Martínez y a las trepadas de Gómez y Velázquez, más algo de Almirón. El Rojo, muy impreciso del medio para adelante, dependió de un Cebolla Rodríguez que fue de menor a mayor para marcar el camino; de hecho, fue el uruguayo el que metió el pase de quiebre para Rigoni en la jugada del primer gol.
Allí la paridad táctica se rompió, porque Lanús empezó a perder el orden y a dejar espacios presionado por su impotencia. Milito, con el Cebolla en una pierna, entendió que la ventaja no había que protegerla, sino tratar de aumentarla y mandó al pibe Barco en un momento del partido en muchas veces se apuesta por bajar un cambio. Y esa ambición tuvo su premio sobre el final con el segundo de Rigoni, que le permite a Independiente acomodar la serie en un peldaño auspicioso.
Una prueba de fuego -después del cachetazo con eliminación de Defensa en la Copa Argentina- en la que Independiente demostró fortaleza anímica en la Fortaleza. Y no es poca cosa a la hora de abrirse las gateras.