Fútbol
Hubo varios jugadores que permitieron —y permiten— que el rosarino se luzca. Pero cinco se destacan por encima de los demás: Ronaldinho, Eto'o, Xavi, Iniesta y Dani Alves
En Barcelona, Messi siempre estuvo bien rodeado. Cada vez que levanta la cabeza, la Pulga tiene muchas opciones de pase, jugadores con quienes formar sociedades futbolísticas. Pero en estos diez años, el rosarino formó grandes sociedades. Si bien la lista es larga, nos quedamos sólo con cinco de ellos. Ronaldinho. Fue el primero que lo acobijó, su padrino futbolístico. Amigos afuera de la cancha, lo presentó ante la hinchada culé, lo asistió en su primer gol —una definición exquisita que con el tiempo sería característica de Messi— ante Albacete y lo alzó para celebrar el tanto como indicando que él, este chiquito melenudo, sería el nuevo ídolo de la hinchada.
Con Dinho en cancha, un incipiente Lionel se tiraba a la derecha del ataque catalán. Desde ahí, pura explosión: cara a cara contra el lateral rival y pura gambeta hacia el arco contrario, siempre perfilado con su pie izquierdo. El brasileño solía flotar por el centro del ataque, siempre detrás de Eto'o, la referencia en el área.
Se juntaban para tirar paredes en corto, y parecían turnarse para lucirse. Cuando el ex Gremio se fue del club, Messi heredó la 10. Y todavía no la dejó.
Samuel Eto'o. En esas incursiones fabulosas de Messi desde la derecha hacia el centro, tenía un compañero que le jugaba de espaldas al arco, como si su preocupación más grande fuera dejarle la pelota servida al argentino para que rematara de zurda. O que, cuando no podía recibir, se movía para arrastrarle las marcas y abrir un surco en la defensa. Ese delantero era Eto'o.
El camerunés, además, gozó de las asistencias del rosarino: desde que la "Pulga" se afianzó como titular, Eto'o gritó cien tantos con la camiseta culé. Juntos, fueron artífices de la Champions League del 2009: ambos convirtieron en la final ante el Manchester United en Roma.
Eto'o dejó el equipo cuando la dirigencia apostó por Zlatan Ibrahimovic. Es que, muy silenciosamente, Messi incubaba una mutación: se estaba transformando en punta.
Andrés Iniesta. Los buenos jugadores se buscan y se buscarán siempre en la cancha. Es natural: está en el ADN de los talentosos, siempre complementarios. La combinación Messi-Iniesta en Barcelona es infinita. En todos los partidos importantes, se encuentran.
Cuando Messi, explosivo como nunca, empezó a jugar entre los centrales rivales, el volante lo abasteció de todas las formas posibles. Es el encargado de sacarle la responsabilidad de la creación. De hecho, en la temporada 2011/2012, cuando ambos tuvieron el pico en su carrera, Messi se ocupó sólo de romper redes y se despachó con 73 goles en 60 partidos.
Son símbolos del mejor Barcelona de la historia.
Dani Alves. Alves fue socio en todas las épocas de Messi. En sus comienzos, pasaba al ataque constantemente y se ofrecía descarga. Y él lo exprimía. A pura pared o pases cortos en espacios reducidos, la movilidad del brasileño le abría caminos a la gambeta del rosarino.
Luego, con el Messi goleador, Alves siguió desnivelando por el sector derecho del ataque culé. Desde ahí, con sus centros atrás, asistía —y asiste— a Messi, que quedaba con todo el arco rival de frente y a disposición. Así, la Pulga celebró varios goles.
Xavi. Si cuando Messi no rendía como se esperaba en la Selección y la gente decía que "trajeran a Xavi e Iniesta para que se sienta como en Barcelona", es porque los españoles algo bien le hacían. Xavi juega cerca del rosarino. También es un miembro del "club de los asistidores de Messi": varias veces lo dejó de cara al gol. Con el nuevo formato del Messi creador, suele darle el primer pase.
Xavi es el futbolista más ganador de la historia del Barcelona. La mayoría de sus títulos llegaron con la irrupción de "Pulga". Con Iniesta, formaron un trinomio inolvidable.
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