-¿Cuánto tiempo real te pasó por la cabeza desde aquellos partidos jugando en Temperley a lo que viviste en River?
La verdad que pasó todo muy rápido, a pesar que ya fueron 6 o 7 años desde aquello, cuando empezaba mi carrera. Lo recuerdo con mucho cariño porque me sirvió para sumar experiencia. Luego volví a Gimnasia al Nacional B y fui arrancando la carrera y dar el salto a Primera.
-¿Qué cosas aún reconocés en vos que quedaron de aquel jugador y qué cosas te hacen pensar en que sos otro jugador?
Cambió todo mucho. Por ahí yo siento que soy el mismo, pero hay mucha exposición desde que estoy en River. Todo es más grande. Incluso cuando voy a mi pueblo, que antes iba y estaba tranquilo y ahora te piden fotos, saludos y hasta van de otros pueblos. Yo trato de estar tranquilo con la familia y los amigos.
-¿Pero vale el costo que pagás?
Obvio, no me molesta y lo disfruto mucho. Estoy feliz por todo el recorrido que me ha tocado y espero seguir recorriendo este camino haciendo lo que más me gusta, que me apasiona. Y lo hago con responsabilidad, porque si quiero jugar muchos años más hay que cuidarse mucho en todo los aspectos.
-¿Te imaginabas todo lo que sucedió en tu carrera cuando jugabas a la pelota en Dudignac?
Nunca se me ocurrió hacer otra cosa que no sea jugar a la pelota. Decidí ser jugador de fútbol ya cuando era chiquito.
nacho
-Hablabas de cambios de conducta, ¿a qué te referías?
Estoy tratando de trabajar el tema de la fuerza para prevenir lesiones, hago mucha elongación. Y para evitar otros problemas, la alimentación es importante, y trato de cambiar algunos hábitos consultando temas de nutrición. Acá tenemos todo eso y hay que aprovecharlo. No soy un obsesivo porque me como un asado con mis amigos, pero en la semana me cuido mucho. Es el combustible del cuerpo y hay que prevenir las lesiones.
-¿Te dicen "hubieras hecho eso antes"?
Sí, siempre pasa, pero las cosas son así y no me arrepiento de nada de lo que hice. Muchos por ahí te dicen "si lo que haces ahora lo hacías antes, hubiera pasado tal cosa". Pero si no lo hice, por algo fue. No lo sentía. No cambiaría nada de todo lo que hice y tampoco me fue mal.
-Te llevo al fútbol: ¿qué es más difícil, jugar con o sin la pelota?
Es mucho más difícil jugar sin la pelota, pero más difícil es entenderlo. Cuesta. Acá en River es lo que nos pide mucho Marcelo (Gallardo) todo el tiempo. Cuando tenemos la pelota no hay que pedirla al pie, que es lo más común en nuestro fútbol, sino más bien pedirla en el espacio, darle esa opción al compañero. Hay que buscar el espacio que deja un compañero y picar ahí. Si esperás es más fácil la marca del rival. Se aprende mucho viendo los videos de las prácticas o de los partidos. Dentro de la cancha por ahí cuesta más darte cuenta, pero cuando repasás el video decís "por qué no fui a ese espacio o al otro". Después, al jugar, eso te queda en la cabeza y lo podés resolver. Eso es también parte de la inteligencia. Algunos pueden hacerlo sencillo y otros complicado.
-¿A vos qué te pasó con esa situación? Porque por tu juego es algo clave...
Traté de mirar e interpretar mucho, para asimilar lo que pedía el entrenador. Es un aprendizaje y creo que lo estoy haciendo bien. Me ha tocado jugar en distintos sectores del campo y fui encontrando la manera de resolver. Al llegar, por ahí estaba más en contacto con la pelota y trataba de ser la salida del equipo. Hoy me toca otro rol, que es buscar los espacios un poco más adelante.
Los planes de Gallardo para nivelar el plantel y poner a todos a la par
-En general se te veía pedir todo el tiempo la pelota, ir a buscarla, y, con disculpa de la palabra, te ponías un poco insoportable. ¿Te dabas cuenta?
Yo soy un jugador que la pide todo el tiempo, no me importa si la pierdo una o dos veces: la voy a seguir pidiendo porque me gusta estar en contacto con la pelota. Luego está en el compañero si me la puede dar o no. Me gustan esos jugadores, que se equivocan y la piden. Eso le simplifica la tarea a un compañero. Siempre banqué al Pity (Martínez) por eso. Él la pedía y buscaba, y a pesar que era criticado a mí me encantaba.
-¿Te das cuenta todo lo que corrés adentro de la cancha? ¿Lo regulás? ¿Siempre tuviste esa capacidad aeróbica?
Siempre fui de tener capacidad aeróbica, desde chico. Ahora estoy terminando mejor los partidos, más entero y con resto físico. Es porque mejoré la parte de fuerza muscular, porque antes por ahí me cansaba a los 70 minutos y tenía que salir.
-¿Qué te dio Gallardo como entrenador?
Me enseñó a jugar sin pelota y eso es clave. Otra cosa que valoro mucho es que cuando llega el partido, en esos momentos, transmite mucha tranquilidad y eso es valorable, más allá que luego te diga muchas cosas sobre el juego y sea exigente, porque lo tiene que ser. Pero antes del partido tiene una serenidad que ayuda mucho.
-Que no los deje relajar debe ser fuerte también...
Es que si te relajás, no jugás. Este club y este cuerpo técnico no te deja. No está permitido relajarse y hay ambición de todos por seguir ganando cosas y seguir haciendo historia.
-Ahora que pueden cruzarse de nuevo con Boca en la Copa, ¿te vuelven las imágenes del 2018?
No se sí somos conscientes todavía de lo que nos pasó. A medida que vayan pasando los años vamos a tomar más dimensión de esa final. Como seguimos en esta locura de partidos y competir sin parar no te das cuenta y no te detenés a pensar en esa final. Algo que está bien vivirlo así, ahora. Pero quizá cuando no juguemos más y nos retiremos tenga trascendencia real para nosotros. Para la gente es terrible porque fue algo eterno, pero nosotros como jugadores no nos damos cuenta. Ahora por ahí no tomamos dimensión real porque queremos seguir ganando cosas.
Los números de Nacho dan cuenta de 143 partidos en River, con 18 goles y 16 asistencias y 3 títulos locales y otros 3 internacionales con actuaciones inolvidables ante Boca en las dos finales que se jugaron y que ganó River.