Una de las premisas de cualquier equipo es hacerse fuerte en casa. Y Racing cumplió eso a rajatabla.
Desde aquel proceso que se inició en el llamado torneo de Transición del 2014, que culminó con la obtención de aquel título por La Academia, viene mostrando una eficacia impresionante en ese sentido. Y la gente delira, haciendo sentir al Cilindro más propio y determinante que nunca.
Si eso se combina con la obtención de algunos buenos resultados como visitante (entre medio de los triunfos de local llegó la victoria ante Olimpo en Bahía Blanca y Racing enhebró tres victorias seguidas), algo que no hacía desde el final de la temporada pasada y que le valió la clasificación para la Copa Libertadores, hace que haya subido considerablemente en las posiciones.
Al punto de dar un gran salto, ya que arrancó el año de mitad de tabla para abajo y ahora se ve en una posición expectante, aunque muy lejos aún (12 puntos, con un partido más) que en el líder Boca.
La regularidad la vino mostrando desde aquel entonces. En el segundo semestre del 2014, la Academia triunfó en seis de los nueve partidos, igualó uno y cayó en dos.
En el torneo del 2015 se impuso en catorce, empató en uno y perdió en dos. Resultó invicto en el torneo que se disputó durante del 2016, con tres victorias y cinco igualdades. En la temporada 2016/17 se retiró victorioso en once ocasiones, tres fueron igualdades y hubo solo una derrota. Y en lo que va de la Superliga, ganó cinco de los ocho partidos que disputó, empató en dos y se fue vencido en el restante. En el plano internacional, esto se decora con siete triunfos, cuatro empates y dos caídas. Números que impactan. El Cilindro es una fortaleza.