Las primeras imágenes que entregó el partido confirmaron esa presunción. Paraguay salió a presionar al equipo chileno en su campo y vaya que le dio resultado: en menos de diez minutos sacó una ventaja de dos goles. El primero de ellos, llegó como producto de un golazo. Moreira metió un cambio de frente, Romero la recibió, y en dos tiempos sacó un remate impactante, que se coló arriba, al palo izquierdo de un indefenso Toselli. Tres minutos después fue Víctor Ayala el que expuso su magnífica pegada y se cumplió el axioma de "dos cabezazos en el área es gol". El segundo, ante una defensa desorientada, fue de Da Silva, que se hizo inalcanzable para el arquero.
La gran incógnita a develar era cuál iba a ser la actitud a asumir por el equipo guaraní, con la ventaja por duplicado. Paraguay, quizá pensando que todo estaba definido, bajó la intensidad y reguló el ritmo.
El equipo de Pizzi, que hasta allí había abusado de los pelotazos, se adueñó de la redonda.Ya a los 24 Vargas obligó a Barreto a una intervención espectacular para desviar al corner una chilena que tenía destino de gol. Y, once minutos después, Vidal le puso la cabeza a un envío fantástico de Aránguiz, para incrustarla abajo, a la derecha.
Recién ahí reaccionó Paraguay, que tuvo una chance, por intermedio de Santander, pero el ex Racing y Tigre falló en la definición.
Como si fuera un calco de lo que pasó en la etapa inicial, Paraguay fue el que decididamente salió a hacerse dueño del pleito. Pero aquel gol que falló en forma casi inexplicable Lezcano, pareció impactar desde el punto de vista anímico a los guaraníes.
Fue así como los chilenos se volvieron a apoderar del balón y de no haber sido por un par de fuera de juego muy finos, otra era la historia. Pero el triunfo guaraní no admite reparos.
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