En distintos puntos del país comienzan a proliferar las "bibliotecas al paso", donde los vecinos pueden llevar un libro y dejar otro. Surgió de la necesidad de generar un espacio autogestivo de promoción de la lectura

Inspiradas en la consigna “Llevate un libro, dejá otro”, más de 50 bibliotecas al paso ya fueron creadas por vecinos de todo el país en espacios públicos, desde veredas, clubes o colegios, donde cualquier persona puede llevar o dejar un ejemplar sin nada a cambio.

“La idea de hacer una biblioteca al paso surgió de la necesidad de generar un espacio autogestivo de promoción de la lectura. Estaba pensando en eso cuando viajé a Chicago, Estados Unidos, donde conocí el movimiento ‘Free Libraries’ (Bibliotecas Libres) y a mi regreso decidí instalar una en mi barrio”, cuenta Inés Kreplak, docente y escritora.

Fue así que, en septiembre de 2016, la mujer instaló en Gándara entre Bucarelli y Bauness, en el barrio porteño de Parque Chas, una casita azul de madera -simil a una casa de pájaros de cuento- con la leyenda “Llevate un libro, dejá otro”.

Muchas dudas

“Al principio la gente preguntaba qué era esa ‘pajarera’ o si era un tacho para poner basura para reciclar, sobre todos los adultos; los niños en cambio abrían la puertita y se ponían a revolver los libros. Pasó un tiempo hasta que todos se dieron cuenta de que no había ninguna ‘trampa’, que era totalmente libre y gratuito”, recuerda Inés Kreplak, sobre los comienzos de esta idea.

La propuesta comenzó a conocerse en el barrio, en la ciudad, y llegó a otros rincones del país, donde empezaron a surgir otras bibliotecas que se instalaron en escuelas, clubes, centro culturales, plazas o simplemente en veredas de distintos barrios.

La “Casa de Te” frente a la plaza central de Purmamarca (Jujuy); la “Bibliocabina” en Lago Puelo (Chubut); la biblio “La Rojita” en Villa Mercedes (San Luis); o la de “Changuitos y Chinitas” en San Justo (Santa Fe), son algunas de las más de 50 que hoy se encuentran por toda la Argentina.

En la Ciudad de Buenos Aires, sobre la calle Artigas entre Santo Tomé y Arregui, tres muñecos gigantes hechos con mosaicos y venecitas son las puertas de la reciente Biblioteca al Paso Artigas, que los propios vecinos de La Paternal dieron vida en forma colectiva.

“La idea surgió simplemente de conocer que existía en otras zonas y tratar de replicarla. A la vez, la propuesta surge en un momento de crisis, donde uno siente que sólo no puede, entonces busca estar junto a otros”, describe por su parte María Inés Gómez Gallo, que es bibliotecaria y uno de los motores de la denominada “biblio de Artigas”.

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