Romina Atencio es coach y mentora de mujeres y parejas. Para cualquier consulta, comunicarse al correo electrónico [email protected]. Instagram: @diosalmica. YouTube: @rominaatenciocoaching.

Vivimos en un mundo que nos exige estar disponibles las 24 horas. Trabajo, hijos, familia, pareja, redes sociales... parece que siempre hay algo más por hacer. Y en medio de tanto ruido, no es raro sentir que la mente nunca se apaga, o que no tenemos tiempo para nada. O por lo menos, para aquellas cosas a las que les quisiéramos dedicar más tiempo.

Yo misma, como mujer, madre, emprendedora y además con TDAH, sé lo que significa tener la cabeza acelerada, llena de pendientes y pensamientos que no paran. Durante mucho tiempo intenté controlar mi mente, hasta que entendí algo que lo cambió todo: no se trata de apagarla, sino de aprender a habitarla de otra manera. Aprender a encontrar la forma propia. La forma que no es regida por otros, sino comandada por vos.

Quiero compartirte algunos recursos que me ayudan. Y que sé que pueden ayudarte también a bajar el nivel de estrés y recuperar tu paz interior, incluso en días de caos.

Respirar para volver al presente

Parece obvio, ¿no? Respirar lo hacemos todo el tiempo. Pero no hablo de respirar “en automático”, sino de hacerlo con conciencia. La respiración consciente es una herramienta poco usada, pero que no sólo puede traerte al presente, sino que también puede sacarte de momentos de ansiedad.

Te propongo algo: ahora mismo, inhalá profundo por la nariz, retené un instante y exhalá muy lentamente por la boca. ¿Sentís la diferencia? En segundos, el cuerpo empieza a relajarse y la mente a soltar el control.

La respiración consciente es mi medicina más inmediata cuando siento que me voy a desbordar.

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La respiración consciente ayuda a salir de los momentos de ansiedad.

La respiración consciente ayuda a salir de los momentos de ansiedad.

Micro-pausas: tu salvavidas diario

Quizás no tengas una hora para meditar o ir a yoga cada día (yo tampoco siempre la tengo). Pero sí podés regalarte pequeñas pausas de bienestar: tomar un té sin celular, cerrar los ojos dos minutos, estirarte frente a la ventana, poner tu canción favorita y dejar que el cuerpo se mueva.

Esos momentos cortitos funcionan como un “reset” y evitan que llegues al final del día completamente agotada.

Escuchar tu voz interior

El estrés muchas veces nace de vivir desconectadas de nosotras mismas, corriendo detrás de lo que “hay que hacer”. Una práctica sencilla y poderosa es el journaling: escribir lo que sentís, lo que pensás, incluso sin orden ni lógica. Al escribir, las emociones encuentran su cauce y dejan de dar vueltas en la cabeza.

Otra opción es simplemente ponerte la mano en el corazón y preguntarte: "¿qué necesito hoy?" A veces la respuesta es descanso, otras es movimiento, otras es un abrazo. Tu alma sabe lo que necesitás, solo hace falta escucharla.

En este caso, te recomiendo fuertemente que registres por escrito lo que aparezca. Es super transformador leer lo que estas pausas nos dejan.

Romina Atencio

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Movimiento con disfrute

El cuerpo acumula tensión. Y una de las mejores formas de soltarla es moverlo. Puede ser yoga, caminata, baile libre o simplemente poner música en la cocina y dejar que tu cuerpo se exprese.

No lo hagas como obligación ni para cumplir una rutina “perfecta”. Hacelo como un juego, como una celebración de estar viva.

Neurodivergencia: otro ritmo, otra belleza

Convivir con TDAH significa que muchas veces la mente no se queda quieta. Para mí, el gran aprendizaje fue dejar de forzarme a funcionar como los demás. Me ayuda tener rutinas flexibles, recordatorios visuales, y sobre todo aceptar que mi forma de vivir y crear es distinta.

Si vos también convivís con alguna neurodivergencia, quiero decirte algo importante: no estás rota, ni equivocada. Solo necesitás descubrir tu propio ritmo. Y cuando lo abrazás, en lugar de luchar contra él, aparece una creatividad y una vitalidad enormes.

Pequeños actos de amor propio

El bienestar también se construye en lo simple: dormir bien, hidratarse, comer alimentos que te den energía en lugar de quitártela, apagar pantallas antes de irse a dormir. Parece algo básico, pero estos hábitos son la base de una mente más calma y un corazón más liviano.

Una invitación final

El estrés no se va a ir de tu vida mágicamente. Siempre habrá compromisos, imprevistos y responsabilidades. Pero sí podés elegir cómo atravesarlos. Podés regalarte pausas, escucharte, respirar y recordar que no sos una máquina de producir. Sos un ser humano, con alma, emociones y un ritmo único.

La próxima vez que sientas que todo te abruma, probá con algo pequeño: cerrar los ojos, inhalar profundo y preguntarte qué necesitás en ese momento. Quizás descubras que la calma no está afuera, sino dentro tuyo, esperando a que la habites.

Y si sentís que te cuesta hacerlo sola, quiero que sepas que no tenés por qué atravesarlo sin apoyo. Acompaño a mujeres -y a todas las personas que lo necesiten- a bajar el nivel de estrés, a reencontrarse con su voz interior y a descubrir su propio ritmo, incluso cuando hay neurodivergencias como el TDAH de por medio.

Podés encontrarme en Instagram como @diosaalmica, donde comparto recursos, reflexiones y prácticas para vivir más livianas. Y si preferís escribirme directo, también podés hacerlo a mi WhatsApp: 11-6016-5378 y agendar una cita. Me encantaría poder acompañarte en este camino hacia una vida más plena y ligera.

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