Una joven contó su desgarradora historia de vida en Facebook y cómo logró superar sus limitaciones para conseguir un presente mejor. Sus palabras se convirtieron en un canto de esperanza para unos y en una oda a la meritocracia para otros. En una entrevista, comentó: "Lo que te salva de la marginalidad es creer"

Mayra Arena, una joven de 25 años con un pasado cercano a la marginalidad, sintió que estaba cansada de leer las quejas de sus conocidos de la red social Facebook y decidió escribir un largo texto relatando su historia de vida que se viralizó en pocos días y fue compartida más de 40 mil veces.

“Cuando los leo odiando a ciertos pibes porque sus padres o ustedes mismos fueron pobres y salieron adelante, no puedo ponerme a explicarles esto de que ser pobre es infinitamente menos malo que ser marginal”, escribe la joven en su testimonio que relata episodios de su vida desde que era una niña hasta la actualidad.

De joven, Mayra vivía en Bahía Blanca con su madre, de quien tomó una dura enseñanza de vida para superarse. Según la autora del texto, hay un gran abismo entre ser marginal y se pobre y por eso utiliza la figura materna para explicar mejor esta diferencia, en una suerte de analogía del Padre Rico / Padre Pobre de Robert Kiyosaki pero en una versión mucho más cruda. “Cuando sos marginal, como mi vieja, aceptás que tu único futuro es la pobreza. No te interesa tener nada porque estás segurísimo de que nunca vas a poder tener nada”, escribe sobre su madre, sin filtro.

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Pero al mismo tiempo, Mayra abre un sendero por el que, según su visión de la vida, ella visualizaba una luz de esperanza, de algo mejor para su vida que se limitaba a pedir comida en panaderías para acompañar “un mate cocido” a la noche. “De piba, cuando sos pobre, lo que te salva de la marginalidad es creer. Creer que algún día vas a tener todo eso que querés tener”, escribe.

Sin embargo, el texto, en el que volcó años y años de experiencias en las calles, aunque también la generosidad de los vecinos y de algunas maestras que la ayudaban tanto a ella como a su hermana –también muy voluntariosa- en la vida, fue tomado por algunos como una oda a la meritocracia, en lugar de la superación.

“La clave es que cuando uno es pobre y tiene un mínimo de fe en que el día de mañana puede salir adelante o al día siguiente encontrar un trabajo es un progresar distinto y es una manera de encarar la vida distinta. En la marginalidad hay una mentalidad que te hace caer en una pobreza estructural que te habla también de las expectativas que hay para gente como nosotros”, dijo Mayra en una entrevista con el ciclo de Juan Rubinacci No te des Vuelta, de FM Cielo.

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“Que sea una maravilla que una piba pobre vaya a la universidad, que se viralice y que haya tantos compartidos, habla de lo poco que esperamos de quien sale de los sectores bajos. (…) El que se hizo de abajo y hoy es de clase media tiene un resentimiento hacia todos los que quedaron atrás porque piensa que los otros no se esforzaron tanto como él. Piensa que los otros no quisieron agarrar la pala como él y que por eso se quedaron siendo pobres; y la realidad es que hay gente como mi vieja que ha quedado colgando, que no tiene una capacidad cognitiva para conseguir un empleo mejor, que no tiene edad para acceder a buenos empleos y que no tiene una desenvoltura para aprender un oficio. Y quedan colgando del oficio. Y muchos lo intentan –porque ella lo ha intentado- pero los trabajos a los que pueden acceder son tan malos, tan precarios que terminan siendo perjudiciales porque dejás la espalda, la vida y la salud, y no tienen nada de dignos”, agregó.

“En el texto lo que intento decir es que la gente como mi vieja, por más que quiera, no puede salir adelante y es una persona que va a depender toda la vida de la ayuda de las hijas o de que el Estado le tienda una mano; y que no va a poder cambiar la realidad porque es irreversible: porque tuvo problemas de nutrición desde que era un feto, porque tuvo acceso a una pésima escolarización. Cualquier chico que va al colegio necesita un mínimo de nutrientes y glucosa en el cerebro para poder prestar atención. La educación te salva pero con el estómago vacío no se aprende nada”, concluyó.

El texto completo de Mayra, a continuación:

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