Soldi, integró el quinteto de los más grandes pintores de nuestro país con Berni, Quinquela Martín, Petorutti y Castagnino

Por José Narosky

“La eternidad sólo pertenece a los creadores”.

Agosto de 1992. Un pintor argentino, Raúl Soldi, de cabellera blanca y rostro cordial, estaba exponiendo en Buenos Aires, en el “Palais de Glace”, todas sus obras, pintadas durante varias décadas, desde los 24 años, hasta ese momento en que contaba ya con 87 años.

Eran 222 cuadros en total. Cuando se cerró la exposición, 40 días después, se comprobó que se había batido un récord en la Argentina.¡Más de doscientas mil personas la habían visitado!.

Soldi, integró el quinteto de los más grandes pintores de nuestro país con Berni, Quinquela Martín, Petorutti y Castagnino.

Nació en marzo de 1905, de padres italianos.

Un viaje a Venecia a los 17 años, lo puso en contacto con los grandes pintores italianos del renacimiento.

Esa circunstancia, decidió su destino. Sería pintor.

A los 20 años y por primera vez pintó un cuadro, pero fue rechazado. Ese día, comenzó a entender que el verdadero artista lleva consigo el éxito y el fracaso.

A los 22 años, efectuó su primera muestra individual en Italia. Fue el primer peldaño exitoso de una larga carrera.

80 películas argentinas lo tuvieron como escenógrafo.

Diez años antes, a los 32 años, ya había expuesto sus pinturas en París y dos años después lo hizo en Nueva York.

Dibujante delicado y pintor sensible, sus obras, retrataron especialmente a la mujer, a los músicos, y a la gente de teatro.

En la muy exitosa carrera artística de Raúl Soldi, se enorgullecía especialmente de dos hechos fundamentales.

El primero, el haber pintado el fresco –es decir las paredes- de la capilla Santa Ana, ubicada en Glew, partido de Almirante Brown, en el Gran Buenos Aires. Lo hizo durante 23 veranos –por lo tanto- demoró 23 años, claro que con algunas intermitencias. Pintó -las paredes- con cal y agua de lluvia.

Vivía en la paz pueblerina de Glew, en el sur del Gran Buenos Aires, de marzo a diciembre de cada año.

El otro motivo de orgullo fue la obra que realizó en la cúpula del teatro Colón. Está ubicada en el Salón Dorado. Pintó allí 51 personajes, músicos y actores. Tiene 21 metros de diámetro. En 6 semanas, trabajando 11 horas diarias, pudo finalizarla.

El escritor, Mujica Lainez, moriría un 21 de abril de 1984, en su estancia cordobesa de La Cumbre.

Exactamente diez años después, también un 21 de abril, de 1994, moría Raúl Soldi. Tenía 89 años. Y desde la muerte de su amigo, Mujica Lainez, ya no pintó más cuadros, aunque nunca aclaró si ese fue el motivo.

Sólo dibujos salían de su mano todavía firme.

Y finalizó con un aforismo para este gran artista argentino

“El pintor nunca deja de serlo, pero solo iluminado, produce lo perdurable”.

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