La práctica cotidiana de técnicas tales como ejercicios de control mental, yoga, concentración, meditación y programaciones mentales positivas contribuye a lograr el "estado de felicidad"
Como sabemos, los parámetros científicos para medir lo que puede llamarse “estado de felicidad” o bienestar que se siente, son –principalmente– la variación del ritmo cardíaco, de la temperatura corporal y la activación de determinadas glándulas.
Hoy, a través de exitosas investigaciones, se ha comprobado que estos registros son ciertamente sensibles ante la práctica cotidiana de técnicas tales como ejercicios de control mental, yoga, concentración, meditación y programaciones mentales positivas. Las mismas modifican los patrones negativos de la mente aumentando la actividad de la zona izquierda del cerebro donde –al parecer– se encuentra situado el “centro de la felicidad”.
Así, por ejemplo, los trabajos de Jon Kabat- Zinn, doctor en Biología Molecular y fundador y director de la Clínica de Reducción del Estrés en la Universidad de Massachussets, mediante un método que denominó mindfulness donde combina yoga, meditación y prácticas de programaciones positivas, obtiene comprobadas mejoraras en el estado emocional de las personas.
Kabat–Zinn y el Dr. Richard Davidson, Director del Laboratorio de Neurociencias de los Afectos de la Universidad de Wiscosin, dirigieron estos trabajos aplicándolos en monjes budistas, enfermos crónicos, pacientes depresivos y trabajadores estresados. Todos fueron autorecuperándose luego de un entrenamiento de tan sólo ocho semanas durante las que utilizaron meditación budista y estimulación del lóbulo prefrontal del cerebro, vinculado a nuestro estado de ánimo.
“Esto demuestra –explicó Kabat-Zin el poder de la conexión mente/cuerpo para la curación, pero también para vivir la vida como algo que vale la pena”. La finalidad de estas prácticas consiste en concentrarnos en el desarrollo de estados mentales apacibles eliminando – simultáneamente– aquellos que no lo son.
Asimismo el Dr. Enrique Segura, jefe del Laboratorio de Biología del Comportamiento del Instituto de Biología y Medicina Experimental, que fue parte de esta misma investigación, tuvo a su cargo numerosos entrenamientos en relajación y meditación para ayudar a reducir el estrés laboral, el agotamiento, los dolores musculares, falta de sueño y concentración.
“Los encuentros del sujeto –afirma– con el medio no tienen porqué ser fatales. El sistema nervioso central tiene recursos para inhibir los receptores de los sentidos. (...) se trata de controlar las reacciones, a lograr que esos receptores (oídos, retina, Etc.) varíen su umbral y se hagan menos sensibles a los estímulos nocivos”.
Y define: “Uno de los grandes desafíos de la neurología es encontrar las pautas que vinculen lo afectivo, lo biológico y lo cognitivo. Y aquí parece haber una respuesta para ello. Es una experiencia científica relevante” Obviamente hay que seguir investigando, empero estos hallazgos dan sentido a que se continúe explorando la mente humana persiguiendo nuevos datos sobre cómo conducir a la mente para que los estados de felicidad sean estables y duraderos. De manera tal que es necesario aceptar que, tanto la felicidad como el sufrimiento, son producto de esquemas de comportamiento con los que trabaja la mente de cada persona y no –como equívocamente suele prejuzgarse– se trata de resultados impersonales debidos a circunstancias externas. Las causas originarias hay que buscarlas en la mente misma.
Meditación, yoga, control mental, relajación psicofísica, reprogramación psíquica, prácticas de pensamiento positivo y ejercitaciones de concentración, pueden ayudarnos a perfeccionar nuestra mente obteniendo de ella un mejor provecho que redunde en mayores realizaciones, entre lo que se incluye una calidad de vida superior con menos padecimientos tanto espirituales, como afectivos, psíquicos y físicos.
No es la primera vez que estas herramientas son utilizadas para aliviar o relajar las tensiones y disolver pensamientos negativos, sirviendo como instrumento para controlar angustias, ansiedad, estrés, irritabilidad o depresión. Ahora, con el entrenamiento adecuado, se torna factible modificar estas sensaciones perturbadoras.
Queda en claro que podemos alcanzar la felicidad, si es que estamos dispuestos a realizar los esfuerzos necesarios que nos lleva a vivir felices.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social y magister en Psicoanálisis, investigador de la obra de Carl Gustav Jung. “Atrévete a vivir en plenitud”, es su más reciente libro. www.antoniolasheras.com