Pionero entre los difusores del rock en Argentina, periodista y escritor, Miguel Grinberg es además un activo militante ecologista y considera que es necesaria una mayor conciencia para evitar un desastre ambiental en el planeta.

La década del ‘60 fue un big bang de explosiones destinadas a dar por tierra con los sistemas políticos, sociales y culturales, incluyendo costumbres y dogmatismos que durante muchos años habían permanecido inmutables, pero que para las nuevas generaciones daban inocultables signos de agotamiento.

En medio de este clima de nuevas búsquedas y cambios, ya insinuado en los ‘50, que se extendió por todo el mundo, muchos jóvenes se vieron atraídos por otras tendencias, que tuvieron su mayor expresión en todas las artes, en la estética personal, la política, lo social y la conciencia de oponer la paz a la guerra y prestar mayor atención al cuidado del medio ambiente ya jaqueado por la carrera armamentista.

Llevado por toda esta eclosión de “algo distinto en el aire”, un muy joven Miguel Grinberg, criado en Caballito, e hijo de un comerciante marroquinero venido desde la sufrida Polonia que conoció a su esposa en el baile de un club porteño, tuvo su primer acercamiento al arte cuando escuchaba por las noches las transmisiones de teatro que hacía la ya desaparecida Radio Porteña (hoy Continental), y poco después, al hacerse socio del club de Amigos de Al Jolson (el gran intérprete de jazz).

Hoy, convertido en un referente como defensor de la ecología y del medio ambiente, y en un prestigioso periodista que fue pionero en la difusión del rock argentino y del mundo en la radio, cuando aún no existía la FM, Miguel también es un apasionado de la literatura, a la que llegó a través de los maestros de la “beat generation” y de escritores del grupo de Boedo, como Marechal, Roberto Arlt y Roberto Payró.

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Autor de una treintena de libros sobre ecología, música, meditación, sociedad y poesía, y creador de la revista “Mutantia”, Miguel lleva como periodista radial una trayectoria de más de 50 años, durante los cuales participó en “Música en la noche”, en los ‘60, y en 1972 creó “El son Progresivo” por la vieja radio Municipal, donde tenían cabida músicos imposibles de encontrar en otras emisoras, desde Almendra y La Cofradía de la Flor Solar hasta Genesis o la Mahavishnu, y luego condujo el ciclo “Rock en Buenos Aires”.

Miguel relata que “a principios de los ‘60 me encantaba ir a la radio que se hacía en vivo, y nunca me olvido de cosas como el grupo de Waldo De los Ríos, que hacía una forma de folklore progresivo” y rescata como locutores que lo marcaron a Carlos Rodari y Jorge Raúl Batallé, cuyo ídolo era Sinatra, y que luego formó el grupo Vocal Argentino junto al Chango Farías Gómez”.

Grinberg se ufana de “haber sido uno de los pocos amigos argentinos de Witold Grombrowicz, escritor y dramaturgo polaco que vivió varios años en Buenos Aires, exiliado de su país, y que se había vinculado con mucha gente de la bohemia porteña” y recuerda que “por aquellos años editamos junto a Antonio Dal Massetto, otro gran periodista y escritor, la revista Eco Contemporáneo, que duró casi toda la década del ‘60”.

Estudiante de Arte Escénico en la Hebraíca, de donde salieron figuras como David Stivel, Bárbara Mujica y Juan Carlos Gené, Grinberg dice que “mi viejo había soñado un hijo médico, y si bien empecé a estudiar Medicina con ganas, dejé a los tres años, al darme cuenta que mis intereses eran otros”.

Actualmente Miguel es profesor de Ecoperiodismo en la Universidad de La Plata, dicta cursos y talleres de meditación, sigue escribiendo libros y conduce en la trasnoche del viernes al sábado por radio Nacional el ciclo “Rock que me hiciste bien”, con música, e invitados especiales.i¿

La Madre Tierra está dando muchos signos

Uno de los ejes de la trayectoria de Miguel Grinberg es sin duda la militancia por la defensa del medio ambiente. Fundador de la revista “Mutantia” en los ‘70, es autor de numerosos libros sobre el tema, y fue uno de los presidentes del Centro de Enlace para Medio Ambiente, y consultor de la ONU, además de organizador de Eco’92 en Río de Janeiro.

Impulsor de cursos y talleres sobre Meditación Holodinámica, Miguel dice que “la Madre Tierra está interviniendo a través de muchos signos: el descongelamiento de la Antártida, grietas, inundaciones, sequías, olas de frío y de calor, y tiene que ver con la obra destructiva del hombre”.

Grinberg enfatiza que “la mitad de la población mundial está pasando hambre, y no sé si no es intencional” y detalla que “el campo se volvió invivible, la gente se concentra en las metrópolis, y el tema de los residuos y la falta de alimentos está generando un desastre. Esto perjudica esencialmente a los pobres, los desempleados y los refugiados, por eso necesitamos urgente crear conciencia para detener esta destrucción”.

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Impulsó la Liga de Poetas de las Américas

Autor de libros como el hoy inhallable “¿Cómo vino la mano?”, una radiografía sobre los comienzos del rock desde la óptica de la contracultura, Miguel Grinberg tuvo su acercamiento a muchos músicos de los inicios del movimiento. De hecho, era frecuente habitué de “La Cueva” desde que en ese local se hacía jazz.

Luego, junto a Oscar López, se dedicó a la producción de recitales, que se realizaban en salas, teatros y parques porteños, programando a artistas como Pescado Rabioso, Color Humano, Aquelarre, Pappo’s Blues y los aún debutantes León Gieco y Raúl Porchetto. Apasionado por toda la buena música, desde el jazz y el rock hasta exponentes del tango y el folklore, Miguel piensa que “el hippismo fue una respuesta a las convenciones y a la guerra, pero por desgracia fueron cooptados por el sistema, que los vació de contenido y sólo dejó la cáscara de lo que era una rebeldía legítima, y que buscaba cambiar las reglas del juego en el mundo”. Amigo de escritores como el “beat” Allen Ginsberg o el poeta Thomas Merton, de quien fue discípulo, y a quien solía visitar en Kentucky, Miguel fue el impulsor de Nueva Solidaridad, una liga de poetas de las Américas, apoyada por Cortázar y donde participaron maestros como Nicanor Parra y Ernesto Cardenal.

Admirador del escritor Albert Camus, e influido por el existencialismo, Grinberg se vinculó también al Instituto Di Tella y a varios de sus plásticos insignia, como Deira, Noé, Maccio y De la Vega.

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