Para el arte siempre hay un lugar, parecen decir Alicia Dawidson y Gabriel Medici, quienes adaptaron un viejo doble piso en el barrio de Almagro creando un espacio artístico donde confluyen los talleres, la plástica y el cine.

Si hay algo que no se puede decir de Buenos Aires es que no sea una ciudad donde la oferta de arte es poco menos que infinita: ciclos de música y cine, salas donde las artes plásticas tienen propuestas para todos, espectáculos al aire libre y la presencia de artistas ambulantes por plazas, calles y subtes.

Pero también existen pequeños espacios, casi escondidos, donde distintas expresiones artísticas pueden convocar a quienes buscan una "ventana" para soñar un poco o ampliar su visión del mundo.

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Este es el caso de "Escalera Caracol", un espacio construido a pulmón por Alicia Dawidson, pintora y docente, y su esposo, Gabriel Medici, un especialista en la elaboración y comercialización de instrumental para cirugía, pero además fotógrafo vocacional, y que ambos generaron en dos pisos de un viejo y sólido edificio centenario ubicado en el corazón porteño, en Rivadavia al 4400, casi donde termina Almagro y comienza Caballito. La historia de ambos siempre estuvo emparentada con el arte, de una u otra forma.

No casualmente, sus hijos Marco, cineasta y guionista, y Malena, actriz, heredaron esa tendencia. En ese sentido, Alicia cuenta que "siempre trabajé como docente en escuelas de arte, me jubilé en 2010 y a partir de esto sentí el deseo de hacer otras actividades relacionadas con lo mío". Relata que "la actividad del artista plástico es solitaria, necesitamos un tiempo de silencio para la creación, para compensar un poco eso surgió este espacio, que en realidad era la casa de mis padres, y que tiene 117 años. Así, encaramos con Gabriel una amplia reforma para recibir gente que quisiera acercarse a encarar alguna actividad, abrimos talleres de pintura y dibujo, y nuestra hija armó un taller para chicos con artes combinadas".

Escalera Caracol - alusión a una escalera de ese tipo que permite acceder de una planta a otra- es básicamente un espacio de arte donde artistas interesados pueden exhibir sus propuestas, hay talleres que funcionan varios días por semana en la tarde, y además, dos viernes al mes, se convierte en un espacio de cine-debate, donde los interesados hacen su reserva, van a ver la película, y mientras degustan algún plato o algo para tomar, generan un ida y vuelta sobre el film presentado.

Actualmente, en "Escalera" se ofrece la muestra "El tiempo y la ausencia", en la que confluyen varias series de pinturas de Alicia (esencialmente acuarelas de piedras y otros motivos), que se inspiró en su madre, fallecida el año pasado, y una antología de fotos de Gabriel, en las que paisajes y seres humanos adquieren una expresión especial, porque como dice él, "lo importante es lo que quiero decir con una imagen y relacionar momentos y mensajes". Con respecto a su actividad, Alicia comenta que "hice talleres desde chica, el primero era de mi barrio, yo soy de Almagro, estudié en el Fader, y en la Escuela de Bellas Artes, y cuando estaba en la primaria mi papá me llevó al taller del gran pintor Demetrio Urruchúa, y años más tarde también hice estudios en la escuela Pueyrredón con Aurelio Macchi y con Ponciano Cárdenas".

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Por su parte, Gabriel - nacido y criado en Olivos, muy cerca del río- admite que "yo vengo de otro palo, porque durante años me dediqué al tema de instrumental de cirugía y a otros emprendimientos, pero siempre me gustó sacar fotos y jugar con la imagen, aunque nunca me dediqué profesionalmente a esto". De todas formas, remarca que "hice algunos talleres fotográficos pero quien más me despertó la inquietud fue un fotógrafo retratista ruso llamado Anatole Saderman, de quien ví una muestra en San Telmo. Sus imágenes me erizaban la piel, lo conocí y era muy generoso, hasta me recomendó a un gran fotógrafo como Eduardo Gil, con quien hice un taller en Estímulo de Bellas Artes".

No sólo para "privilegiados"

A veces la palabra arte suena demasiado presuntuosa para mucha gente, que piensa que es algo perteneciente a privilegiados o a ámbitos especiales. En este sentido, Alicia considera que "yo fui docente muchos años de gente adulta, que tenía muchas ganas de aprender.

Y en la escuela normal 4, las chicas del profesorado solían ir a los museos". De todos modos, cree que "en los últimos años hubo cambios importantes, porque los pibes se animan más a estudiar en escuelas de arte, no caen solo en las carreras tradicionales, hacen lo que les gusta, algo que en otras generaciones no sucedía tanto". Señala que "hay mucha gente adulta y joven que estudia pintura, es bueno remarcar que se puede aprender y acceder a cualquier edad, el asunto es hacer lo que a uno le guste y que lo haga feliz, ya sea pintar, bailar o actuar".

En este sentido, Gabriel agrega que "la difusión del arte al no ser rentable, tiene que nacer de parte del Estado, que si no está presente para incentivar no está cumpliendo una función esencial".

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