En la liturgia católica, se trata de uno de los momentos más importantes. Conocé más detalles y el origen de Pentecostés.

La Iglesia Católica celebra este domingo 8 de junio la Solemnidad de Pentecostés, es decir, el descenso del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los Apóstoles, cincuenta días después de la Resurrección de Cristo.

La presencia del Espíritu Santo entre los hombres significa el cumplimiento de la promesa hecha por el Señor al concluir su vida terrena: Dios habría de enviar su Espíritu, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, para que interceda y conduzca a la Iglesia hasta el final de los tiempos.

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En las iglesias católicas, los sacerdotes llevan vestimentas rojas y el altar se adorna con un mantel frontal de ese color durante Pentecostés para simbolizar las "lenguas de fuego" que descendieron sobre los discípulos del Espíritu Santo.

En el segundo capítulo de los Hechos de los Apóstoles se encuentra el relato de lo que sucedió a los cincuenta días (quincuagésima) de la Resurrección del Señor: “De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo” (Hch 2, 1-11).

A partir de entonces, los discípulos de Jesús comenzaron a predicar la Buena Nueva a los habitantes de todo el mundo. Por eso, también se conoce esta solemnidad como la celebración del Espíritu Santo. En la liturgia católica es la fiesta más importante después del domingo de Pascua de Resurrección y de la Navidad.

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El Pentecostés, según el Antiguo Testamento

El fondo histórico de esta solemnidad cristiana es la fiesta judía llamada Shavuot, durante la cual se celebra el quincuagésimo día posterior a la Pascua israelita, marcada por la salida de Egipto, cuando se apareció Dios en el monte Sinaí y le entregó los mandamientos al pueblo de Israel, con lo que se forjó la llamada Antigua Alianza.

En efecto, Pentecostés era también una de las tres grandes fiestas judías y, para celebrarla, gran cantidad de miembros del pueblo elegido subían a Jerusalén para dar gracias a Dios y adorarlo en el Templo. Por designio divino, esta fiesta que los judíos celebraban con tanta alegría se convirtió en la fiesta de la Nueva Alianza, la de la venida del Espíritu Santo con todos sus dones y frutos.

La celebración en la era cristiana

No hay registros de la celebración de esta fiesta en el siglo I, con connotaciones cristianas. Las primeras alusiones se encuentran en escritos de san Ireneo, Tertuliano y Orígenes, a fines del siglo II y principios del siglo III. Ya en el siglo IV hay testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así como en la península Ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena pascual, en que la Iglesia Católica celebraba ya entonces su manifestación al mundo.

En la Iglesia, la venida del Espíritu Santo en Pentecostés no fue un hecho aislado ocurrido una sola vez en sus inicios, sino que la está santificando continuamente, como también a cada alma a través de sus innumerables inspiraciones Pentecostés es la confirmación de la promesa de Jesús antes de su Ascensión: “Dentro de pocos días, serán bautizados en el Espíritu Santo”.

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