El tema será eje de un juicio cuyo veredicto
se prevé para el viernes en Berlín. La cuestión pronto será examinada también al más alto nivel por el parlamento alemán.
El ‘piercing‘ de los bebés, tan habitual como presuntamente inocente, quedó en el ojo de la tormenta tras
la denuncia de una pareja de padres contra un salón de tatuajes en el barrio de Lichtenberg, en el este de la capital alemana.
Los padres
habían llevado allí a su hija, de tres años, para abrirle las orejas: durante la intervención, descubrieron con horror que su hija no podía parar de llorar de dolor.
Tres días más tarde, un examen médico reveló que
la niña sufría estrés post traumático. Fue así que los padres, furiosos, decidieron acudir a la justicia para
denunciar al encargado del salón de tatuajes. Sin embargo, la denuncia terminó por volvérseles en contra, ya que el juez a cargo del caso
está estudiando la posibilidad de castigarlos por haber sometido a la niña a la práctica del ‘piercing‘.
Por su parte
el responsable de efectuar el tatuaje podría ser condenado también por no haberse negado a realizar la intervención. Sylvia Lunau, abogada especializada en derecho de familia, afirmó en conversación con la prensa que la perforación de las orejas -casi un ‘rito de pasaje‘ para las niñas- ‘podría ser considerada teóricamente como una herida corporal‘.
Por su parte el delegado para la protección de la infancia de Berlín, Detlef Kolbow, afirmó que ‘en ningún caso los niños menores de seis años deberían tener las orejas perforadas‘.
Por el contrario la secretaria de Salud, Emine Dermibken-Wegner, cree que
‘el Estado no debe mezclarse esto, una libre decisión de los padres‘. También se dijo contraria a la idea de imponer una edad mínima para el ‘piercing‘, propuesta que será tratada por la Comisión de Asuntos Jurídicos del Bundestag.