La República de Paraguay celebra elecciones este domingo para elegir presidente y vicepresidente en el marco de un proceso con final abierto, ya que las encuestas no permiten establecer diferencias de intención de voto que permitan anticipar un ganador.
Unos 5 millones de ciudadanos deberán elegir entre 13 fórmulas presidenciales, entre las que se destacan las lideradas por el oficialista Santiago Peña (Partido Colorado) y el opositor Efraín Alegre (Concertación Nacional), que concentran el 70 % de la intención de voto.
En tercer lugar aparece el senador Paraguayo Cubas. Luego siguen el excanciller Euclides Acevedo y el exfutbolista y hoy político de ultraderecha José Luis Chilavert, quienes rozan el 2,0 %. El resto de los candidatos no supera el 1,0 % de las preferencias.
Además, los paraguayos deberán elegir 45 senadores, 80 diputados, 17 gobernadores y 17 juntas departamentales.
Como en Paraguay no existe la segunda vuelta o ballotage, cualquier mínima diferencia de votos le puede otorgar la victoria al sucesor del actual presidente Mario Abdo Benítez.
Las campañas estuvieron marcadas por los escándalos de corrupción que afectaron especialmente al Partido Colorado, la fuerza política que gobierna Paraguay de manera ininterrumpida desde 1943, con la excepción de la presidencia del Fernando Lugo (2008-2012), quien terminó destituido.
El principal afectado fue Santiago Peña, el abanderado del oficialismo que intentó despegarse de su mentor, el expresidente Horacio Cartes, a quien la justicia de Estados Unidos denunció y sancionó por presuntas coimas, tráfico de influencias y lavado de dinero.
Peña es un economista de 44 años que fue funcionario del Banco Central y que luego trabajó en la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington, lo que representa un atractivo para la derecha de Paraguay. Su compañero de fórmula como candidato a la vicepresidencia es Pedro Alliana, expresidente de la Cámara de Diputados.
Debido a su juventud, el candidato se presenta como "la renovación" del Partido Colorado, a pesar de que es el elegido de Cartes, quien impulsó la carrera del actual candidato oficialista en 2015, al designarlo como ministro de Hacienda.
A fines del año pasado, debido a un abierto enfrentamiento entre Cartes y el presidente Mario Abdo Benítez, el Partido Colorado llegó dividido en dos grandes bloques a las elecciones internas de candidatos presidenciales.
Cartes apoyó a Peña y Abdo, al exsenador Arnoldo Wiens, pero el actual mandatario sufrió una dura derrota política frente a su antecesor, quien, además del triunfo de su candidato, también obtuvo el liderazgo del Partido Colorado.
La campaña oficialista quedó opacada por las denuncias de Estados Unidos contra Cartes, un expresidente al que sancionó y acusó de formar parte de la "corrupción sistémica" que padece el país sudamericano.
En medio de los escándalos, Peña prometió que combatirá a la evasión de impuestos, creará de 500.000 empleos para reducir la economía informal; controlará de la inflación; y mantendrá los precios de la energía y aumentara los programas sociales.
Efraín Alegre es el candidato de la Concertación, un bloque opositor conformado por 23 partidos que busca terminar con la hegemonía del Partido Colorado y que enfocó su campaña en promesas para combatir la corrupción.
A sus 60 años, este abogado, exdiputado y exsenador preside el Partido Liberal Radical Auténtico y llega a la contienda acompañado de su candidata a la vicepresidencia, la exministra de la Secretaría Nacional de Vivienda, Soledad Núñez, una ingeniera de 40 años con la que espera atraer el voto de los jóvenes y de las mujeres.
Esta es la tercera campaña presidencial de Alegre. En 2013, en su primer intento, quedó en segundo lugar al obtener el 37 % de los votos contra el 46 % de Cartes.
En 2018 se acercó mucho más: alcanzó el 43 % frente al 46 % de Abdo Benítez. Como la diferencia fue tan corta, Alegre denunció fraude, pero las autoridades terminaron reconociendo el triunfo del actual mandatario.
Ahora, Alegre va por su tercera candidatura presidencial con la esperanza de repetir las experiencias de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y de Andrés Manuel López Obrador en México, los políticos de izquierda que alcanzaron el poder luego de varios intentos fallidos.
Para diferenciarse claramente del Partido Colorado, Alegre prometió honestidad y austeridad; reducir el precio de los servicios de energía; invertir en un plan que garantice salud pública, gratuita y de calidad; entrega de medicamentos esenciales; apoyo al campo; programas específicos para jóvenes y mujeres y subsidios para que ningún niño en Paraguay pase hambre.