Este cráter más joven y activo del Etna alcanzó a finales de julio un nuevo récord de 3.357 metros sobre el nivel del mar, mientras que durante los 40 años anteriores el punto más alto del volcán fue el cráter noreste, de 3.324 metros de altura.
Desde el INGV precisaron que los aproximadamente 50 episodios de cenizas y lava que fueron expulsados por la boca del cráter desde mediados de febrero provocaron una "transformación llamativa del contorno del volcán", cuyas dimensiones han sido calculadas a través de imágenes de satélite.
El cráter noreste del Etna alcanzó una altura récord de 3.350 metros en 1981, pero un derrumbamiento de los bordes de las paredes en 2018 lo redujo a 3.326 metros.
El cráter estuvo produciendo humo y cenizas desde febrero, aunque representa poco peligro para las aldeas circundantes. El Gobierno de Sicilia estimó que hasta ahora se habían limpiado 300.000 toneladas de ceniza, que causa molestias en los alrededores del volcán, ya que ensucia las calles, perjudica el tráfico y daña los cultivos.