El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó Puerto Rico luego de los destrozos que el huracán María provocó en ese país.
De acuerdo a lo informado por el diario El País, Trump no anunció medidas concretas de apoyo y se centró en el autoelogio, “ensalzando los esfuerzos "increíbles" de su administración en la asistencia a los damnificados y en los primeros pasos de reconstrucción de las arrasadas infraestructuras del país caribeño”. Además, le reprochó al Gobierno local la enorme deuda financiera que arrastra y afirmó aleccionador: "Odio decirles esto, pero hemos gastado mucho dinero en Puerto Rico”.
Trump llegó a una base militar en la capital, San Juan, a mediodía, hizo sus declaraciones junto al gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, después realizó un sobrevuelo en helicóptero para observar el desastre y por último visitó una iglesia en Guaynabo, un municipio acomodado, menos afectado que otros lugares del entorno de San Juan, pobres, machacados por el huracán y en una situación gravísima: sin electricidad y con carencias serias de acceso a agua y alimentos. Sobre las cinco de la tarde, subió al Air Force One y se volvió a Washington, dejando además un sentimiento de humillación generalizado entre los boricuas por su falta: tiró al aire a los vecinos de Guaynabo rollos de papel imitando el gesto del lanzamiento de baloncesto.
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