Figura del Celeste para pegar el salto de calidad y escapar de la Primera D, cuenta con una trayectoria plagada de obstáculos que supo superar y ahora disfruta de las mieles del éxito con la pelota de fútbol.

El fútbol, como la vida misma, suele tener vericuetos raros que esconden enigmas y respuestas para no todas las preguntas. Claro que en el medio aparece algo que se etiqueta como fibra, convencimiento, tesón. Una pizca de todo esto ha tenido Matías Coselli, el goleador de Victoriano Arenas, recientemente ascendido a la Primera C. Vecino de La Matanza, jugador nacido en las entrañas del Deportivo Laferrere, debió atravesar las fronteras del distrito para abrazarse a la gloria. No fue profeta en su tierra, desembarcó en Valentín Alsina, marcó 19 goles y dio la vuelta olímpica con 28 años.

Por las mañanas se entrena y por la tarde se pone al frente de su kiosco en Laferrere. La charla se interrumpe ante la aparición de cada cliente, pero se retoma y prosigue con el mismo entusiasmo. "Lafe es el club de mi ciudad, en el que arranqué, el que me formé y me quedó la espina de no haber estado a la altura de demostrar que podía jugar. Creo que no tuve esas dosis de suerte que se necesita. Pero era difícil porque es un grande, siempre trajo a los mejores de la categoría, además todos quieren venir a Laferrere y todo eso tapaba a los chicos del club", reflexiona.

"A los 11 años estuve una temporada en San Lorenzo, luego hice inferiores en Lafe de 12 a 18 años; debuté en Primera en 2008 con Omar Santorelli como DT", recuerda El Tanque, quien arrancó en Primera en la derrota 0-2 ante Berazategui. "No hice goles con la camiseta de Laferrere y me fui tras tres años de Primera, con muchas lesiones", apunta. En 2011/12 eligió Centro Español, a la siguiente recaló en Atlético Lugano, mientras que en 2013 y 2014 volvió a Lafe para enseguida irse a Central Ballester. Deportivo Paraguayo lo albergó en 2015/2016, hasta mitad de 2017, y luego Victoriano.

El ascenso con el Celeste lo puso en la cresta de la ola como artillero del campeón de la D, pero Coselli escribió un par de historias peculiares ante cada compromiso. Su cábala para romperle el arco a los rivales pasó por una peluquería. Y él la relata: "El peluquero es Miguel Orquera, ex compañero en Paraguayo. Me cortaba seguido en el club, pasó el tiempo y cuando empecé en Victoriano fui a cortarme el pelo antes del debut e hice un gol en el 3-1 a Real Pilar, pero no lo pensé partir de la cábala. Pero se fue instalado como que servía para hacer un gol y funcionó bien".

Mientras los goles se sucedían y Victoriano se encaminaba al ascenso, el protagonista quedaba entre la espada y la pared: lo llamaron desde Mercedes Benz. Lo pensó y decidió rechazar la propuesta y apostar por la redonda. "Cuando estaba en Paraguayo, le había pedido a un tío, que trabaja allí hace mucho tiempo, que me ayudara para entrar. Esperé dos años y salió ahora en la mitad de la primera ronda. Era la chance que había esperado en el fútbol, lo pensé, lo hablé con mis afectos y decidí seguir en el fútbol", aclaró.

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