Tras dos postergaciones por "cuestiones administrativas", vinculadas a la burocracia judicial y que no dejaron de levantar sospechas sobre su verdadera fundamentación, el próximo jueves se iniciará el juicio contra el ex efectivo de la Policía Metropolitana, Ricardo Gabriel Ayala, por el intento de asesinato del joven Lucas Nahuel Cabello, al que baleó y dejó cuadripléjico, en un recordado episodio de violencia institucional que ocurrió frente a una vivienda colectiva del barrio porteño de La Boca en noviembre de 2015.
Desde el mismo momento en que se registró el hecho -la versión oficial intentó relativizar la gravedad al calificar a la víctima como un "trapito" y ciertos funcionarios ofrecieron una explicación sobre lo sucedido de la que luego nunca se desdijeron- la investigación y desarrollo de la causa estuvo plagada de irregularidades, pero al mismo tiempo que Lucas Cabello experimentaba una casi milagrosa recuperación (al margen de las secuelas físicas irreversibles que padece), sus familia, con el apoyo de organizaciones sociales, llevó adelante una lucha por "verdad y justicia", que encontró muchos escollos en el camino.
Ahora, luego de los aplazamientos que se dieron tanto en el pasado mes de febrero, como en abril, el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº 1 dará inicio este 22 de agosto el debate, en el que Ayala está acusado por el delito de "homicidio agravado por el abuso de la función de miembro integrante de una fuerza policial, en grado de tentativa" y donde la fiscal Irma Adriana García Netto intervendrá en el proceso, en el que la querella estará representada por los abogados Gabriela Carpineti y Nahuel Berguier y el imputado contará con un letrado defensor.
En el acta de elevación a juicio, formulada oportunamente por la Fiscalía de Distrito La Boca-Barracas, a cargo de Susana Calleja y la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin), el metropolicía intentó matar a Lucas Cabello, a las 15.45 del 9 de noviembre de 2015, en la puerta de su casa ubicada en la calle Martín Rodríguez al 500, al haberle disparado tres ocasiones con su arma reglamentaria, "abusando de la función que cumplía en el servicio de custodia de una familia" y ofreciendo como todo argumento que se había suscitado un incidente previo, que no había pasado de una discusión.
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El joven, de 20 años, cayó al recibir el primer impacto y después recibió otros dos estando en el piso, a modo de ser rematado, tal como lo indican las pericias, que junto al testimonio que pudo ofrecer la víctima (cuatro meses más tarde, al superar varias operaciones y a pesar de su complicado estado de salud), derribaron la teoría del policía Ayala sobre que se habría defendido de un supuesto ataque con un arma, que nunca fue hallada. No obstante, la instrucción del caso y en la primera instancia del expediente, Ayala fue ciertamente preservado, hasta que lo separaron de la fuerza, por entonces creada por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, como paso previo a lo que hoy es la Policía de la Ciudad.
De todas maneras, recién en enero de 2017, un fallo de la Cámara Nacional de Apelaciones reconoció que el intento de homicidio en perjuicio de Lucas Cabello representó "una grave violación a los derechos humanos" y en consecuencia, se dio un giro en lo que había sido la actuación del juez de Instrucción Osvaldo Rappa, quien sólo caratuló el hecho como "exceso en legítima defensa". Y de allí en adelante siguió el camino hacia el juicio, pero siempre con Ayala en libertad y las sucesivas dilaciones por cuestiones "tribunalicias", las que fueron anunciadas a pocos días de comenzar el debate, ya en dos oportunidades. Esta es la tercera y se espera que sea la vencida o que no haya dos sin tres.
Ante la inminencia del comienzo del debate, desde el colectivo de organizaciones sociales de La Boca se indicó: "El juicio contra Ayala es el resultado de una lucha, que fue sostenida en primera instancia por Lucas, su madre Carolina, su familia, junto el gran apoyo de todos los que se movilizaron, una y otra vez, motorizando la causa y revirtiendo la cobertura mediática que lo etiquetaba como un trapito baleado, pero se negaba a contar su historia. Como dice el propio Lucas: 'Yo le gané a la muerte, soy el hijo de todas esas madres que perdieron a sus hijos y por todos esos pibes voy a seguir luchando'".