Mauricio Macri reunió a toda la tropa del PRO en Balcarce 412 con la misión de que "su" partido no se convierta en una cantera de La Libertad Avanza.

El expresidente reunió a toda la tropa del PRO para frenar la fuga hacia La Libertad Avanza, en plena expansión de Patricia Bullrich dentro del oficialismo. Mientras Macri intenta preservar la identidad amarilla de cara a 2027, la ministra consolida su influencia en el Senado y acelera la agenda legislativa de Javier Milei.

Mauricio Macri reunió a toda la tropa del PRO en Balcarce 412 en una reacción casi instintiva: el partido que fundó empieza a parecer una cantera demasiado rendidora para La Libertad Avanza, especialmente desde que Patricia Bullrich —ex presidenta del PRO, ahora ministra estrella de Javier Milei— acelera el trasvasamiento de dirigentes hacia el oficialismo como si se tratara de un proceso natural de decantación. La ironía no pasó desapercibida entre los propios: Macri convocó a casi todos los que todavía quedan en pie para frenar la sangría que provoca quien, hasta hace un año y medio, era su principal protegida dentro de su espacio político. Y lo hizo justo en el mismo día en que Bullrich se mostraba en el Senado rodeada de libertarios, diseñando la estrategia parlamentaria del Gobierno al que ella decidió apostar sin medias tintas.

La foto de Macri tuvo su volumen político: intendentes, legisladores, autoridades partidarias, dirigentes de provincias. Fue su forma de decir “acá hay estructura”, en un momento en el que el PRO siente que su identidad corre riesgo de diluirse en la ola violeta de La Libertad Avanza. Pero también fue una advertencia interna: aunque la ministra opere con comodidad dentro del oficialismo, el partido no piensa quedarse sin voz ni proyecto propio.

Mientras en el centro porteño Macri reconstruía el mapa partidario, Bullrich movía sus propias fichas. En medio del operativo para contener la marcha de los jubilados, se reunió con los senadores libertarios para revisar la agenda parlamentaria y ordenar la dinámica del bloque oficialista. No fue solo un intercambio técnico: fue una señal política. Y una más potente llegó después, cuando se confirmó que el viernes al mediodía tendrá su primer encuentro formal con Victoria Villarruel, la vicepresidenta y presidenta del Senado. Allí definirán el cronograma de extraordinarias, donde el Gobierno quiere avanzar con tres piezas clave de su programa: el Presupuesto 2026, la ley de inocencia fiscal para atraer los dólares fuera del sistema y la reforma laboral, que todavía no llegó al Congreso pero que ya tiene fecha tentativa de aterrizaje en la Cámara Alta.

La prioridad del Ejecutivo es aprobar el Presupuesto en un trámite exprés, aunque todo dependerá de lo que puedan negociar el jefe de Gabinete Manuel Adorni y el ministro del Interior Diego Santilli con los gobernadores. La reforma laboral —que modifica el esquema de negociación salarial y redefine condiciones de contratación— ingresaría por el Senado y buscará media sanción antes de fin de año, incluso si eso implica abrir el recinto después de Navidad. Diputados quedaría para la segunda parte de extraordinarias, desde el 18 de enero.

Para enero, Bullrich se muestra confiada en tener los votos necesarios para avanzar con la reforma impositiva y el nuevo Código Penal, aunque en privado admite que el escenario es más complejo de lo que la Casa Rosada quiere admitir: aun con crecimiento libertario, el oficialismo depende de aliados para llegar al quórum de 37 senadores.

Del lado amarillo, Macri buscó blindar lo que queda del PRO. Hubo acuerdo unánime en sostener bloques separados del oficialismo, más allá de las coincidencias legislativas. Y se ratificó algo que el expresidente dejó en claro hace dos semanas: el PRO tendrá candidato propio para la presidencial de 2027. Con esa definición, Macri intenta frenar el drenaje hacia el mileísmo y marcar un perímetro que distinga al partido del Gobierno, aunque dentro de su propio espacio haya figuras —como Bullrich— que ya están jugando otro partido.

En la reunión de la ministra con su tropa parlamentaria sobrevoló un objetivo que obsesiona al Gobierno: bajar el riesgo país, que sigue en torno a los 600 puntos. En la Casa Rosada creen que aprobar estas reformas será el mensaje que necesitan los mercados para llevarlo por debajo de 500 y dar un salto de credibilidad internacional.

Así, en un miércoles de doble comando, Macri cerró filas para evitar que el PRO siga perdiendo jugadores, mientras Bullrich consolidó su rol de engranaje político dentro de La Libertad Avanza. El partido se rearma, la ministra avanza, y el mileísmo capitaliza cada movimiento de ambos. La disputa por la identidad del espacio de centroderecha ya dejó de ser sutil: ahora se juega a cielo abierto.

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