Si hay un apellido vinculado directamente a Parque Patricios, a Huracán, a la Quema, ese es sin dudas el de Apuzzo. Néstor Apuzzo es hoy el entrenador de la Reserva del Globo y el nexo de los juveniles con la Primera División. Su vida, desde muy chico, estuvo directamente vinculada al club y hoy además al barrio ya que vive a apenas cinco cuadras de la sede de Avenida Caseros.
“Llegué a Huracán a los once años después de tener una pequeña experiencia en Ferro. Me acuerdo que el pase se dio a cambio de algunas pelotas y pecheras, eso fue lo que le dieron. Pero para mi era lo máximo, era cumplir el sueño de llegar al club del que uno es hincha”, cuenta Apuzzo quien nació en Villa Soldati.
Hoy el predio de La Quemita es uno de los grandes orgullos de la institución pero en aquellos primeros años el amor era lo que mandaba el corazón ya que el Globo no tenía semejante comodidad para los chicos.
“Nosotros entrenábamos en Parque Roca o en Piraña, no teníamos un lugar fijo”, dice Néstor pero orgulloso de haber atravesado todos los momentos del club. La primera vez que pisó el Ducó, su casa, fue cuando todavía era un nene pero fue tan fuerte ese momento que nunca lo pudo olvidar.
“A los seis años fue la primera vez que fui a la cancha, estuve en la tribuna. Después a los 15 años tuve el honor y el orgullo de pisarlo desde adentro cuando debuté como futbolista. Son sensaciones únicas, de esas que tenés que vivir para poder sentir porque cuesta mucho poder explicarlas. Para mí fue tocar el cielo con las manos, era jugar y defender la camiseta que amé desde chico”, dice emocionado.
La vida de Néstor Apuzzo nunca fue sencilla. La Guerra de Malvinas (NdeR: Si bien no estuvo en las Islas viajó al Sur como apoyo) le cortó su carrera como futbolista. Sufrió en carne propia las consecuencias de la guerra pero siempre se levantó. Una hepatitis hizo que Huracán lo dejase libre pero él ni siquiera le hizo juicio a pesar de sus jóvenes 22 años. La vida le tenía preparado un destino de gloria junto al club. Comenzó su carrera como DT de Futsal y fue campeón. Pasó por al baby y en 2005 tuvo su primer interinato en Primera y por esas cosas del destino debutó un 2 de abril, el día del aniversario de Malvinas. En 2014, después de varios interinatos, tomó al equipo y no solo lo ascendió sino que además le dio un título, el de la Copa Argentina, después de 41 años. Instalado en Patricios siente que por más que recorra el mundo su lugar será siempre ese.
“Es un barrio mágico, que te atrapa. Poder caminar y ser reconocido por la gente es algo que le voy a agradecer a Dios siempre".
"Llegué al barrio en el 91, cuando me casé, y hace más de 25 años que camino sus calles. Más allá de los cambios del tiempo es uno de los pocos barrios que mantiene la mística del vecino, los pibes que se encuentran en las esquinas, la placita llena de chicos jugando al fútbol, es un barrio mágico”, dice y se emociona. Apuzzo tiene dos hijos, Marco y Ariel, que también se criaron en el barrio y sienten como papá el orgullo de ser Quemeros. “Decir barrio es decir Parque Patricios, decir cancha es decir Palacio Ducó”, dice Apuzzo convencido.
Por su trabajo Néstor tiene siempre latente la chance de irse a otro lado y de hecho le pasó cuando lo convocaron para trabajar en un proyecto de búsqueda de talentos para el Barcelona de España y se mudó a la Candela. “Hasta fines de 2011 estuve fuera del barrio, del club y la verdad es que si bien para mi fue un orgullo trabajar para el club más importante del mundo, uno extrañaba a Patricios. Sé que este es mi lugar en el mundo, sé que tal vez alguna vez tenga que salir por trabajo, pero también estoy convencido de que siempre voy a volver”, asegura. No es para menos. Hoy decir barrio para Néstor es decir Patricios, y sin dudas que decir Huracán, es decir Apuzzo...