El hombre, quien había sido compañero del joven desaparecido en 1984 -y cuyos restos óseos fueron hallados en una vivienda en la que viviò Gustavo Cerati- , se presentó ante la Justicia de forma voluntaria. No pudo declarar.

Cristian Graf, el principal sospechoso de la muerte de Diego Fernández, el adolescente que fue asesinado en julio de 1984 y cuyos huesos se hallaron en mayo de este año en una vivienda de Coghlan aledaña a donde vivió Gustavo Cerati, se presentó de manera espontánea en la fiscalía.

Este lunes Graf fue hasta el edificio judicial, pero el fiscal Martín López Perrando no se encontraba: "Habló con un auxiliar fiscal y se mostró dispuesto a declarar".

Luego de asistir a la fiscalía, ubicada en Avenida De Los Inmigrantes 1950, Graf regresó a su casa de Coghlan y rechazó las acusaciones en su contra. “¿Fuiste quien asesinó a Diego Fernández?“, le consultó la periodista Mercedes Ninci, cronista del programa ”Mujeres argentinas” (El Trece), mientras Graf ingresaba al domicilio acompañado por su pareja y otro hombre.

Ante la pregunta, el principal sospechoso de haber asesinado a Fernández Lima intentó apartar el micrófono y respondió con un tajante ”¡Noooo!".

En medio de los reiterados intentos de la cronista por conseguir más testimonios, Graf cerró la reja que da a la calle e ingresó a la propiedad.

Mientras continúa la incertidumbre para saber qué pasó con el joven muerto cuando tenía de 16 años, los ojos están puestos en Graf, compañero de Fernández en la secundaria, debido a que los huesos fueron encontrados en el patio de la casa de su familia.

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Durante este lunes, el fiscal Perrando le tomó testimoniales a otros testigos para seguir avanzando con la investigación.

Se tratan de seis personas: tres excompañeros de colegio de la víctima y tres obreros que estaban el día del hallazgo de los restos.

Por el momento no hay ninguna imputación ni posible medida de detención contra el excompañero de Fernández, aunque sí existen sospechas frente a la aparición de los huesos en la vivienda que pertenece a la familia desde la década de 1970.

Diego Fernández Lima había asistido a clases por la mañana, almorzó en su casa con su madre y luego pidió dinero para ir a la casa de un amigo.

Un conocido de la familia declaró haberlo visto poco después en la esquina de Monroe y Naón, gritándole, siendo ese el último rastro conocido de él. La escuela a la que asistían, la ENET N° 36, estaba ubicada en Ballivián y Donato Álvarez (hoy Combatientes de Malvinas) en ese entonces.

Este caso, que durante más de cuatro décadas fue un misterio, ahora se convierte en una compleja investigación para desentrañar los hechos de un crimen ocurrido hace 41 años.

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