"Se hizo justicia" se escuchó en la sala, al mismo tiempo que familiares y amigos abrazaron a Lucas Cabello, el joven que quedó cuadripléjico y siguió atentamente la lectura del fallo desde su silla de ruedas. Aquel policía que quiso asesinarlo fue condenado a 16 años de prisión y más allá de no ir a la cárcel de manera inmediata, debido a que esto recién ocurrirá cuando la sentencia quede firme, la sensación generalizada fue la de haber obtenido un veredicto en el que fue hallado culpable de este paradigmática caso de gatillo fácil.
Ricardo Luis Gabriel Ayala, el ex agente de la Policía Metropolitana y quien siguió en la fuerza, tras su reconversión a Policía de la Ciudad, recibió esa condena por ser penalmente responsable del delito de "tentativa de homicidio", agravado por el uso de su arma reglamentaria, entregada por el gobierno porteño, y por su condición de miembro de una fuerza de seguridad. No obstante, el Tribunal Oral Criminal Nro. 1 recién dará a conocer los fundamentos en el próximo mes de febrero y como se presume que habrá una apelación por parte de la defensa, esto aplazará la determinación que la prisión se haga efectiva.
Por unanimidad, los jueces Adrián Pérez Lance, Fernando Ramírez y Luis Salas votaron por rechazar el pedido de absolución del abogado de Ayala (en la actualidad de 28 años), pero sostuvieron que continúe en libertad, a pesar de estar procesado con prisión preventiva. "El condenado debe presentarse ante el Tribunal dentro de los primeros 10 días de cada mes, abstenerse de salir del país y tiene prohibido portar armas y acercarse a menos de 500 metros de Lucas Cabello", se indicó, agregando que "en parte dispositiva de la sentencia, también se ordenó extraer testimonios y enviarlos a la Cámara Nacional en lo Criminal para que se sortee un juez a fin de investigar si durante la instrucción del sumario hubo incumplimiento de deberes o encubrimiento por parte de la entonces Policía Metropolitana y funcionarios del gobierno de la ciudad de Buenos Aires".
Esta pena de 16 años fue superior a la solicitada en los alegatos por la fiscal Irma García Netto, quien había pedido que Ayala fuera condenado a 13 años de prisión, mientras que la abogada querellante, Gabriela Carpineti, había reclamado 20 años. Por su parte, la defensa del policía había pedido su absolución al entender que disparó en defensa propia.
Gracias Lucas. Por ganarle a la impunidad. No solamente son los 16 años de condena a prisión para el policía verdugo que intentó matarte, sino su inhabilitacion perpetua para ejercer cargos públicos y la orden de investigar el encubrimiento del entonces ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro, la entonces vicejefa, María Eugenia Vidal y el entonces jefe de Gobierno, Mauricio Macri. Esta querella logró convencer al Tribunal no sólo de la responsabilidad penal del agente Ayala, sino también de un conjunto de responsabilidades políticas y civiles que deben ser investigadas judicialmente",. expresó Carpineti.
Cabe recordar que el hecho ocurrió en horas del mediodía del 9 de noviembre de 2015, cuando el policía Ayala se encontraba de consigna en la puerta del conventillo de la calle Martín Rodríguez al 500 del barrio porteño de La Boca y Lucas Cabello que vivía allí con su pareja y su hija pequeña, salió a realizar una compra y se generó un entredicho.
Según la versión que dio la víctima en la instrucción, luego de sobrevivir y quedar con secuelas físicas irreversibles, fue que volvía de comprar dos sándwiches de milanesa cuando se cruzó con el uniformado, mantuvieron una breve discusión y de repente, recibió tres disparos, uno de ellos, ya estando indefenso en el piso.
Lucas Nahuel Cabello sobrevivió para contarlo, aún desde esa silla de ruedas que lo acompaña desde hace cuatro años, cuando las graves heridas que le provocaron los tres disparos que recibió lo dejaron cuadripléjico. Víctima de un típico caso de gatillo fácil, unos meses después de ganarle a la muerte, pudo dar su testimonio del ataque que sufrió por parte de un agente, también joven como él y casi de su misma edad, con el arma reglamentaria que portaba como efectivo de la entonces Policía Metropolitana, que la admininstración porteña luego transformaría en Policía de la Ciudad.
Su caso se convirtió en un emblema de la lucha contra la violencia institucional, su nombre, su historia de vida y esa necesidad de justicia se sobrepuso a toda la trama de encubrimiento con que se pretendió exculpar al policía Ricardo Ayala, el que resultó beneficiado con la excarcelación, el que nunca fue desafectado de la fuerza de seguridad, el que por distintas cuestiones burocráticas vio como se postergaba en dos oportunidades su momento de estar sentado en el banquillo de los acusados.
El uniformado que intentó ejecutarlo a tiros en la puerta de su casa en La Boca recibió una condena de 16 años de prisión, pero solo irá a la cárcel cuando el fallo quede firme, quizás, con suerte, durante el 2020, una vez que las instancias judiciales superiores se expidan ante las apelaciones que presentará su defensa. Al mismo tiempo, los funcionarios que relativizaron el caso y nunca se desdijeron, ni pidieron disculpas ante las pruebas concretas, como Guillermo Montenegro (quien era ministro de Seguridad y ahora sumirá como intendente de Mar del Plata) y María Eugenia Vidal (por entonces vicejefa de gobierno porteña, antes de ser mandataria bonaerense) deberán ser investigados por el incumplimento de deberes de funcionarios públicos, para cerrar el círculo de las responsabilidades políticas.
Lo mataron en la puerta de un boliche y apareció frente a una ambulancia
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