Este caso, paradigmático de la violencia machista en su máxima expresión, fue uno de los primeros en ser analizados por el Observatorio de Femicidios "Marisel Zambrano", organismo dependiente de La Casa del Encuentro, que viene elaborando informes sobre los femicidios de niñas y mujeres registrados en Argentina a partir de 2008. Lamentablemente no fue un hecho aislado, porque desde entonces fueron asesinadas 124 adolescentes, de entre 13 y 18 años, a un promedio de un hecho cada 17 días.
El homicidio de la adolescente Melina Romero en agosto último, que tuvo enorme repercusión pública, reafirmó la vulnerabilidad en que se encuentran las chicas en ese rango de edad al enfrentarse a prácticas arraigadas en el varón. Una vez hallado su cadáver, tras un mes de búsqueda, se conoció que la chica de 17 años fue golpeada brutalmente y, a través de la reconstrucción de su muerte, la sospecha central sostiene que fue sometida sexualmente de manera grupal y ultimada justamente por oponer resistencia.
"A mi hija le arrebataron la vida. Era una apasionada. Amaba los animales, y me había prometido terminar la secundaria y estudiar para ser médica veterinaria. Ayudaba a gente humilde juntando ropa o iba a hacerle compañía a viejitos solos. Trabajaba vendiendo productos cosméticos conmigo o películas en una feria. Escuchaba música romántica todo el tiempo y adoraba los jazmines. Quería ser madre, era su mayor sueño. Esa era la Melina real, un ser maravilloso. No la mataron por zorra, como dicen muchos. La asesinaron porque tuvo la valentía de decir que no cuando la quisieron violar y porque los asesinos sabían que ella los iba a denunciar. Estoy segura de eso", dijo Ana María, madre de la adolescente.
En torno al mismo tema, desde La Casa del Encuentro se viene trabajando intensamente también con otra "variable" de la violencia contra las adolescentes, que surge en noviazgos asfixiantes, tóxicos y peligrosos. El informe de femicidios, de hecho, revela decenas de crímenes cometidos por las propias parejas o ex de las chicas, como un modo de apropiarse de sus vidas de manera definitiva.
"Tenemos un problema grande respecto a esta cuestión. Por ello, en la temática de la violencia en los noviazgos es importante hacer un trabajo de concientización con las adolescentes y jóvenes, para desnaturalizar aquello que consideran normal. No es normal que el novio tenga celos, no es normal que no puedan salir solas, no es normal que les controlen los movimientos, no es normal que les revisen sus celulares, no es normal que las insulten o les peguen. El objetivo es que no terminen atrapadas en relaciones violentas y posesivas, que en su forma extrema pueden llegar al homicidio", precisó Ada Beatriz Rico, una de las fundadoras de La Casa del Encuentro, junto a Fabiana Túñez.
El 24 de agosto del año pasado, en uno de los últimos femicidios de adolescentes analizados en el informe, fue asesinada de un escopetazo en la cabeza María Laura Cabrera, de 14 años, en Santa Fe. Al momento del hecho, la chica estaba de visita en la casa de una amiga, a quien ayudaba en la crianza de una beba. El autor fue su novio, un chico de 15 años que ingresó al dormitorio donde estaba la joven, pateando la puerta, y le disparó a quemarropa. "Ahora llamá a la policía", le dijo el agresor a la amiga.
"Las jóvenes construyen la idealización del amor romántico, que todo lo perdona, que todo lo entiende, ese amor que disfrazado de amor para toda la vida es, en realidad, el comienzo de una relación de violencia. Creen que las celan porque las quieren, o quieren saber todo de ellas todo el tiempo porque las cuidan. Los noviazgos violentos están llenos de estos mitos. En verdad, están arraigados en la sociedad entera, y las adolescentes toman como natural actitudes que, en realidad, demuestran una relación de control, aislamiento y posesión. Es imprescindible que las propias chicas reconozcan y puedan detectar las señales que indican que están viviendo un vínculo de violencia. Que comprendan que en una relación de violencia no son las culpables. Y hagan lo que hagan no servirá para calmar los ataques, ya que el objetivo del varón agresor es controlar y dominar, razón por la cual siempre tendrá la excusa o el argumento para violentar", indicó Ada Rico