El empleado que le prestó el arma al fiscal Alberto Nisman rompió el silencio. Conto que el sábado estuvo dos veces en la torre Le Parc y que la primera vez no había custodia. Lee las palabras completas, textuales.
"Mi silencio se valió porque la fiscal me lo pidió. Me pidió que no hable con ningún medio. Hice caso a su pedido. Yo no estoy bien. Más allá de estar en esta situación, no estoy bien porque la persona que se fue, fue alguien con la que trabajé hace mucho tiempo. Conozco a la doctora Arroyo Salgado, a sus hijos. No me es fácil enfrentarla a ella para decirle todo lo que pasó. Primero quería hablar con ella. Mi abogado me dijo que, a lo mejor, no era el momento para hacerlo. Lamentablemente, las cosas se dieron de otra forma.

Lo que pasó el sábado. Resulta que el sábado estaba en mi casa. Me sonó el teléfono. Era una llamada privada que no escuché: eran las 16.25, 16.26. Lo tiene la fiscal, lo saqué de mi teléfono. No escuché. Volvió a sonar otra vez de un número privado y atendí. Era Alberto Nisman diciéndome por favor si podía ir a la casa. No era frecuente que me llamara. Subí, me cambié y fui a Puerto Madero. Fueron 20 minutos de viaje: no hay gente en la calle un sábado, menos en enero. Fui al portón que estaba más al este, más cerca del río. Me anuncié, hablaron con alguien arriba y me autorizaron al acceso. Entré por la puerta de servicio. Subí. Él abrió la puerta y me hizo pasar. Pasé a la cocina, estaba el living. Sobre la mesa del living había mucha documentación: imagino que de este tema. Me llamaba la atención que había cuatro resaltadores amarillos. Por adentro pensé: 'Creo que usé en toda mi carrera esos cuatro resaltadores'. Me llamó la atención por cómo era él.

Le pregunté si esto había tenido más repercusión de la que creía que iba a tener. Me dijo que sí. 'Incluso mi madre tuvo que ir al supermercado por mí hoy', me respondió. Y agregó: 'En realidad tengo más miedo de tener razón que de no tener razón', en otras palabras. No quiero repetir lo que me dijo. En ese momento me dice: '¿Tenés un arma?'. Me dejó mal parado. No entendía nada porque, imagínense ustedes, que estás con su jefe y te preguntan eso. La reacción mía fue de no poder creer que me estaba preguntando eso. Lamentablemente, le dije que sí.

      Declaración de Diego Lagomarsino parte 1

-¿Para que la querés?- le pregunté

-En realidad tengo miedo por las chicas-, me dijo.

-Pero Alberto, vos tenés seguridad.

-Pero ya no confío ni siquiera en la custodia.

En ese momento, él se quiebra y me dice: '¿Vos sabés lo que es que tus hijas no quieran estar con vos por miedo a que les pase algo?'. Yo soy padre como la mayoría de ustedes. Lo más importante para nosotros son nuestras hijas. Él tiene un orgullo tremendo por ellas. Y me consta.

Le dije que era un revolver viejo, un 22, que no sabía si lo iba a defender.

Me dijo: 'Es para tenerla en la guantera del auto, por si viene algún loquito en la calle y me dice 'sos un traidor de mierda''.

-No te va a defender de nada-, le dije.

-¿El único favor que te pido y no lo hacés?

Accedí. Salí del edficio, fui a mi casa. Estaban mi mujer y mis hijos. El arma no estaba a mano. Esperé, porque estaban ellos. Mi mujer me vio mal, me preguntó qué me pasaba que estaba pálido. Le dije 'nada, que estaba nervioso por lo que estaba pasando'. Hasta que se fueron. A las siete, siete y dos minutos me llamó Nisman. Me preguntó si había encontrado "eso". Le dije que 'no, pero que ya lo iba a encontrar'.

Se fueron, junté las partes del arma y la guardé en la mochila. Agarré el título de propiedad, la tarjeta roja. Y volví a madero. Estacioné antes, sobre la calle principal del edificio. Me volví a anunciar. Ah: a la ida no estaba la custodia, se lo dije. 'Los mandé a hacer un trámite', dijo. Me di cuenta que no estaba porque eran los mismos coches y los conocía.

A la vuelta los vi, ya estaban: vi el equipo de la custodia. Quiero dejar en claro que para mí todos los custodios eran Benitez. Se lo dije a la fiscal, porque siempre hablaba con Benítez. Yo siempre accedía por la puerta de servicio. El custodio entraba por enfrente. Me sorprendió. Pero no, iba para donde estaba yo, entraba por otro acceso. Aceleré el paso. Me lo encontré. Se abrió la puerta del ascensor. Estaba el carro de supermercado en el ascensor. Lo sacó, subimos juntos. Me preguntó 'che, qué opinás del 4G', y si su teléfono servía para eso. Le dije 'que si no podían hacer andar el 3G, tampoco el 4G', le di mi opinión personal, nomás. El custodio tocó el timbre de la puerta de servicio. Salió Nisman, le dio un sobre marrón al custodio. Y se fue.

Yo entré al departamento. Estaba shockeado con la situación. Me hace pasar al living. Le pedí que me convidara un café. Me dio una capsula y me dijo: 'Preparátelo vos'. Eso no era usual. Me tomé el café. Yo no soy experto en armas, pero cuando la persona que me enseñó me explicó cómo usarla, se lo transmití eso a él: cómo cargarla, como descargarla, cómo poner el dedo.

-Quedate tranquilo que no la voy a usar-, me dijo

-Sí, pero si tenés que usarla, tenés que saber cómo.

En un momento, yo que la llevé envuelta en un paño verde, le dije: 'No lo pierdas que mi mujer me mata'.

-No, no te preocupes, son un par de semanas: se termina todo y listo-, contestó.

Le dije de quedarse con la tarjeta roja, que se la quedara con él. Me dijo: 'No hace falta, tenela para comprar armas. Yo soy fiscal'. Le pregunté si tenía portación, le dije que para mí siempre estaba calzado. Y me dijo: 'Yo por supuesto tengo portación, yo soy fiscal'.

Me quedé con la credencial roja. Me quedé con el paño verde. Deja el arma en el apoya brazos. Me dijo que tenía que seguir. Encaré para el lado de la cocina y me dice: 'Salí por el frente'. Llamé al ascensor. Se abrió la puerta. Había gente. Lo saludé rápido: 'Nos vemos después de esto', me dijo.

Entré al ascensor, había cinco personas bien vestidas. Y bajé con ellos. Y ahí me fui.

Fui, busqué mi camioneta, mi vehículo: manejé hasta mi casa y llegué.

El domingo, fui al supermercado y tipo 11 de la mañana le mandé un mensaje: '¿Estás más tranquilo ahora?'. Yo anulé la función de las dos tildes azules, pero me aparecieron en gris. Y nunca me lo contestó".

      Declaración de Diego Lagomarsino parte 2

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