Fue un festejo patrio muy particular por la incertidumbre sobre la salud de Mauricio Macri: el Presidente completó caminando el trayecto desde Casa Rosada hasta la Catedral metropolitana, pero luego regresó en auto hasta el palacio de gobierno. Se lo vio cansado pero con ánimo. El que dio la nota durante el Tedeum fue Horacio Rodríguez Larreta, al que un asistente tuvo que conseguirle un vaso de gaseosa para hacer frente a una lipotimia.
Aunque la presencia de Macri nunca estuvo en duda -según lo informado por la Unidad Médica Presidencial-, desde su entorno admitieron que se encontraba agotado por el largo periplo asiático, sumado al viaje hacia la altura de Quito que había realizado en los últimos 15 días.
Desde bien temprano los alrededores de Plaza de Mayo estuvieron vallados. Pero, a diferencia de lo ocurrido durante la conmemoración del año pasado, esta vez se abrió el acceso por avenida de Mayo para el ingreso de público.
Pese al mal tiempo, unas 500 personas se congregaron tras las vallas que daban a la Catedral y vitorearon al jefe de Estado cuando arribó, enfundado con el bastón y la banda presidencial, al templo. Sonriente, saludó levantando el bastón a los asistentes que, con aplausos y algunos “Fuerza Mauricio”, le dieron una cálida recibida. Hubo también pancartas con mensajes alentadores y no se escucharon a quienes le reprocharan, por ejemplo, por las dificultades económicas.
Al principio, la muchedumbre concentrada bajo los paraguas remitía a la posta típica de la Revolución de Mayo de 1810: esa que mostraba a los ciudadanos frente al Cabildo esperando la decisión de los patriotas.
Macri lució algo tenso al comienzo de la homilía, pero se fue aflojando conforme se desarrolló el oficio. Su rostro, de hecho, no se tensó con las críticas vertidas por el cardenal Mario Poli.
Empero, el jefe de Estado mostró señales de cansancio: se retiró junto a su esposa, Juliana Awada, en una camioneta Volkswagen rumbo a la Casa de Gobierno para participar del tradicional locro que, esta vez, se desarrolló en el Museo Casa Rosada. En un improvisado discurso, Macri admitió: “Vengo de un largo viaje y todavía no me recupero bien”.
Pero fue Rodríguez Larreta quien sufrió un percance durante el oficio religioso. El funcionario enlazó a pie, junto a su comitiva, los pocos metros que separan la antigua sede de la Jefatura de Gobierno porteña con la Catedral. Pero al promediar el Tedeum, su rostro lució transpirado cuando lo enfocó la transmisión oficial.
En un momento dado, un asistente ingresó presuroso al templo con una botella de gaseosa cola. Algunos creían que había sido pedida por Macri, pero fue el propio jefe de gobierno porteño quien la bebió debido a que le había bajado la presión. Había pasado la noche con fiebre y sufría desde hacía unos días un fuerte resfriado.
“A Mauricio lo afectó la gira previa y la altura de Quito. Pero Horacio se acuesta a las 4 porque va de recorrida a un barrio o a una obra”, bromeó un funcionario nacional que participó del locro patriótico.