El título de esta nota podría ser “Cacería en la Selva”. Primero, porque más allá de lo que todo el mundo haya dicho y del mensaje de los votantes, está claro que empezaron a haber frenéticas conversaciones a nivel de dirigencia para ver qué van a hacer. El radicalismo en estado de asamblea, es una de las señales. Y un largo etcétera. Entonces, ofrecimientos teóricos de ministerios en un bando y en otro. Creo que esto se va a hacer frenético porque ahora son solamente cuatro semanas las que quedan hasta el balotaje. Y en ese escenario, quien pueda pegar, digamos, el golpe de sorpresa más grande, tiene algún hándicap. Eso por un lado.

Luego, digamos, que en el lado de Milei, la necesidad es mostrar que la situación interna no se descontrola. Porque simplemente hicieron una buena elección pero por debajo de la expectativa y entonces eso siempre tiene algún efecto psicológico. Con ese objetivo están juntando a los principales dirigentes, están juntando a la mesa política, están juntando a los candidatos, a los ya diputados y senadores electos. En fin, están haciendo algún trabajo de contención que hasta acá no había aparecido mucho.

Creo que vamos a tener una primera semana en donde se va a tener que ver, más que nada, con las reuniones políticas, las cuestiones de cúpula, la rosca, los diagnósticos, para recién empezar a ver algunas líneas de campaña más definidas a partir de la semana que viene, más allá de las declaraciones de estas horas de Massa.

Me parece que seguramente el ministro de Economía va a andar en la línea de lo que yo llamo la línea 2015, que es la ancha avenida del medio, que es donde se siente más cómodo, para correrse al centro y tratar de captar un electorado que se fue a Milei. Un tipo de electorado que en 2015 había estado un poco con Massa.

Los dos corren hacia el centro, con lo cual se va a confirmar esto que alguna vez hemos sostenido, que al final las elecciones presidenciales en Argentina se definen en el centro moderado.

Los dos van a una cuestión de tonos. Al moderarse, ambos van poniendo unos tonos y una acentuación en el discurso y van dejando de lado otros. En el caso de Massa, no tiene tanto sentido poner el discurso de Kicillof del tema de los derechos. Ahora su mirada se tiene que dirigir al público de Schiaretti y parte del de Bullrich. La izquierda va a terminar votándolo más con la nariz tapada. Y Milei tiene que sacarse la casta de la boca y ahora sí ir a una discusión del cambio necesario y terminar con el kirchnerismo, que es lo que empezó a hacer en la noche del domingo.

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