En su presentación en el Congreso, el ministro Caputo confirmó que es un experto en números carente de cintura política. Su reacción ante una diputada K propició el desbande. Las cosas que quedaron en duda.

Fue preparado para “responder preguntas concretas” pero igual le costó hacerse cargo de la representación del Ejecutivo ante la Comisión Bicameral encargada de controlar la deuda externa. El ministro Luis Caputo, con la entrega de un “papelito” a la diputada Gabriela Cerutti, en el que le pidió “no seas tan mala” porque “mis hijas tienen entre 11 y 13 años”, propició la airada reacción de la legisladora y todo terminó en un escándalo. En el medio quedaron sus explicaciones sobre la emisión de deuda y sobre el ocultamiento de su participación en la offshore Noctua, que dijo no haber acreditado ante la OA porque figuraba en representación de otra persona -dijo ser “tenedor nominal fiduciario”-, algo muy similar a ser un prestanombre.

En el gobierno, con todo, aseguran que el “papelito gate” surgió en forma espontánea: fue una respuesta del titular de Finanzas a la esperada embestida de la ex periodista de Página 12. Y sostienen que venía respondiendo con fundamento las requisitorias de los legisladores opositores, poniendo como ejemplo su devolución a la larga alocución que le dedicó Axel Kicillof.

Fuentes oficiales resaltan el perfil técnico de Caputo, siempre abocado a los “números”, que es un hombre que no viene de la política y por ello vincularon su inédita reacción a no haber calibrado pedirle consideración a una fervorosa diputada K; la misma que hace unos años escribió “El Pibe”, un libro cuestionando a la familia Macri.

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Lo cierto es que Caputo, al igual que lo había hecho Guillermo Dietrich antes de anunciar el tarifazo en el transporte en febrero pasado, estuvo el 16 de marzo en la Oficina de Discurso del primer piso de la Casa Rosada. Esa dependencia, a cargo de Julieta Herrero, le brindó un asesoramiento para hacer frente a la virtual interpelación que tuvo lugar este miércoles en el Congreso.

“No fue un ‘coacheo’. El fue a prepararse para responder preguntas”, aclaró un colaborador de Mauricio Macri consultado.

Otro funcionario dijo acerca del asesoramiento que “no son grandes misterios de la retórica lo que se da en Discurso. Siempre se le remarca que esté sereno para responder, que diga la verdad y se muestre tal como es”.

Acerca del “papelito”, dijo que “fue una reacción espontánea, de buena onda, quiso tender un puente con Cerutti y ella aprovechó para victimizarse”. Es que la diputada de UC tomó el mensaje, cuya frase la terminaba con el emoji de una carita feliz, como una intimidación y así comenzó a increparlo. Todo terminó con Caputo pidiendo levantar la sesión al titular de la comisión, el peronista José Mayans. “Levantala que estoy muerto”, le dijo, pedido que el legislador del bloque que comanda el sinuoso Miguel Pichetto aceptó sin chistar.

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Con los sonidos del escándalo aún retumbando en los pasillos del Parlamento, y el bloque K cuestionando la presentación ante la prensa, hubo un comunicado de Cambiemos en el que el funcionario intentó sortear la polémica pidiendo “perdón a Cerutti ya que reaccioné como padre antes que como funcionario público”. Y en esa rápida reacción, hay una indirecta explicación sobre el “papelito gate”: alejada de la conspiranoia que lo atribuye a una maniobra urdida por la Comunicación gubernamental para desviar la atención y no hablar sobre las offshores, parecería el proceder de un funcionario que no entendió que debía dar explicaciones ante el Parlamento por todas las responsabilidades que demanda ser funcionario y, por el contrario, se comportó como si intentara suavizar una discusión en el club house de un country.

Más tarde, en una entrevista con el canal TN desde su ministerio, Caputo ensayó una serena respuesta sobre lo sucedido: “Ellos creían que yo iba a ir como un pollito mojado, yo me defiendo en la Justicia”. Y sobre su mensaje epistolar, soltó: “jamás, ni por medio segundo, se me ocurrió que la diputada podía reaccionar así” y sostuvo: “no es un papelito agresivo: es simpático de alguna manera”.

Lo cierto es que más allá de las cualidades técnicas del funcionario, quedó en el tintero su defensa acerca de la acusación por no haber declarado ante la Oficina Anticorrupción su participación en la compañía Noctua. Mientras en reportajes previos insistió en que no era dueño sino “gerenciador”, ayer admitió que “era tenedor nominal fiduciario de acciones” de la offshore, es decir: actuaba en representación de un tercero y que por ello no estaba obligado a informarlo. Habrá que ver qué dicen la OA y la Justicia.

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