Previsiblemente, el dato saliente del cierre de listas fue la confirmación de la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner para senadora nacional. Las hipótesis que se manejaban y la discusión final con Florencio Randazzo en su departamento de Recoleta, que le advirtió que su postura conduce a la derrota.

En uno de los peculiares reportajes que en 2013 Cristina Kirchner concedió durante el breve ciclo de entrevistas editadas por la propia Presidencia, confesó que en la recordada interna justicialista de 1989 ella se inclinaba por Carlos Menem, a diferencia de su esposo, que apoyaba a Antonio Cafiero. “Me encantaba”, admitió esa vez ante Jorge Rial, para de inmediato aclarar que nunca fue menemista.

Como Carlos Menem, tuvo dos mandatos presidenciales. Ahora habrá más semejanzas, a partir de su decisión de este fin de semana de imitar su derrotero. “Nadie que fue Papa vuelve para ser obispo”, había dicho el riojano cuando tiempo después de haber sido diez años y medio presidente alguien le preguntó sobre la posibilidad de ser candidato legislativo. Nadie soporta un archivo, menos los políticos.

No fueron las palabras que utilizó Cristina, pero resulta curioso que tan rápido vuelva a iniciar el círculo que comenzó a recorrer hace 23 años, volviendo al Senado, una Cámara que dejó hace una década para ser presidenta.

El Día de la Bandera en Arsenal, Cristina se mostró desprendida de intereses personales y dispuesta a sumarse “como una más”, mostrando desconocidos rasgos de humildad que llevaron a más de uno a imaginar una sorpresa para este cierre de listas. No faltaron los que, echando a andar la imaginación como corresponde tratándose de Cristina, la vislumbraron en la lista de diputados, mas no primera, sino más abajo, precisamente para aparecer como “un soldado más”.

Demasiada ventaja. Ya suficiente esfuerzo es tener que encarar esta aventura desde el rigor de ser oposición, en lugar de la cima del Estado como siempre fue para ella. Y sin contar siquiera con el paraguas protector del Partido Justicialista, aunque en este caso por decisión propia, pues Cristina pretende construir una fuerza que trascienda al peronismo.

Con todo, hubo esfuerzos hasta el último día para tender puentes hacia el randazzismo y evitar así una diáspora opositora. El encuentro fue la noche del viernes en el departamento de la ex presidenta en Recoleta. Según pudo reconstruir DIARIO POPULAR, en el diálogo Randazzo le advirtió que así, separados, “el peronismo va a una derrota”. Le reprochó haberse ido del PJ y como respuesta la ex mandataria le advirtió su convencimiento de que “no existen más los partidos políticos”.

“El se sacó las ganas de decirle a Cristina que va a perder, y que va a perder con Gladys González”, señaló una fuente del randazzismo minimizando deliberadamente la envergadura de la candidata de Cambiemos. Le insistió en que “no hay necesidad de discutir el pasado, sino el futuro, de ver cómo se resuelve esto”. “Es una pena que te hayas ido del peronismo, porque eso agota todas las instancias de diálogo”, le reprochó Florencio Randazzo a CFK, quien contestó con un reproche en el mismo sentido: “El que rompió fuiste vos”.

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“No, fueron ustedes”, replicó el hombre de Chivilcoy. La ex mandataria insistió en que “la unidad es ella y todos los demás no existen”, sintetizó a modo de queja un dirigente del randazzismo. Él le dijo que su posición era inflexible y le recordó que “te lo dejé claro en 2015”. Remarcó que “la clave es cómo le ganamos al gobierno de Macri, y yo entiendo que con vos hay menos posibilidades de ganar, vamos a terminar muy polarizados entre el presente y el pasado”.

Según las fuentes, Cristina insistió en su convencimiento de que “con ella alcanza y gana, que la gente le pide ser candidata”. Por el contrario, el randazzismo piensa que era necesario forjar la unidad del espacio opositor, “haciéndonos grandes en la primaria y llegar luego a octubre no con cuatro espacios opositores, sino una oposición fuerte para enfrentar al gobierno”.

Más allá de que temprano trascendiera así la confirmación de su candidatura, Cristina alargó la incertidumbre logrando la centralidad anhelada. Demasiado al extremo. Fue su gran venganza por la tortura de 2013, cuando Sergio Massa logró sorprenderla al presentar su Frente Renovador cuando los servicios le habían adelantado a ella lo contrario.

Esta vez los regateos de Cristina se volvieron contra el tigrense. Deseoso de mostrarse como “el hombre que la derrotó” en 2013, Sergio Massa quiere renovar esos títulos adjudicándose una nueva victoria sobre CFK. Pero el contexto es distinto, y ahora él no querría ser candidato. Aconsejado por quienes más escucha para que se guardara para 2019, Massa tenía decidido esquivar este turno que podría alejarlo de la meta fijada en las presidenciales. Pero la presencia de Cristina es un imán inevitable. Y ante las dudas, resolvió postergar la conferencia de prensa del sábado en que iba a anunciar a sus candidatos, a la espera de una definición desde el bunker K, imaginando la posibilidad de que ella sorprendiera presentándose como candidata a diputada. En ese caso, él también iría en ese rubro.

Donde decidieron no actuar “en función de” fue en el gobierno. La certeza de que Cristina terminaría siendo candidata llevó a decidir poner una figura de mayor envergadura para enfrentarla como un ministro de Macri, tal vez su preferido. Aunque la discusión se resolvió sobre el final y en la misma perdió María Eugenia Vidal, que como Jaime Durán Barba prefería a Gladys González.

Volvió a perder la gobernadora con la otra nómina, donde había acordado encumbrar al neurocirujano Facundo Manes, a quien corteja desde hace meses. Cuando en la discusión prevaleció la política y la necesidad de dotar a las listas de un perfil más aguerrido, el médico no aceptó el desplazamiento. Primero, o nada, y fue nada, para decepción de Mariú. Se argumentó también la necesidad de equilibrar en materia de género, poniendo una mujer primera en la lista de Diputados, si un hombre iba al Senado. En efecto, pudo haber sido Gladys González la elegida, yendo Graciela Ocaña al Senado. Varias cosas fueron sopesadas para la decisión final, por ejemplo el deseo de Macri de sumar más PRO puro en la Cámara alta. Ocaña podría ser además, encabezando, una contrafigura adecuada para Cristina, a falta de Elisa Carrió en la Provincia, y para no dejarle a Margarita Stolbizer el protagonismo confrontativo con CFK.

Así es que Cambiemos llegó al sábado sin ningún anuncio importante guardado, a sabiendas de que los titulares del cierre de listas serían para la ex presidenta. Se reservó las reacciones ante lo que fuera a pasar, a la espera de confirmar el esquema electoral soñado: con Cristina en la cancha y el peronismo divido.

Pero como todo no puede ser posible, no tendrá una economía favorable, pues el segundo semestre añorado nunca llegó. Ahora propios y extraños auguran que las mejoras podrán advertirse en sectores puntuales, pero no de manera masiva. Y no en el Conurbano, para desventura de Cambiemos. Por eso necesita reemplazar con política lo que la economía no brinda. Plantear la confrontación “presente vs. pasado”, y el tema de la corrupción, que no pesa tanto como quisiera, será expuesto convenientemente. Por eso las damas que exhibirá Cambiemos durante la campaña: Gladys González, la mujer que puso preso al “Caballo” Suárez, otrora poderoso mandamás del SOMU; Graciela Ocaña, de un perfil más bajo que Lilita o Margarita, aunque tan implacable como ellas. Y por supuesto, María Eugenia Vidal, completando la trilogía de mujeres que el oficialismo pondrá a confrontar con Cristina Kirchner.

Hará hincapié el gobierno en la lucha contra las mafias, de la que esta última semana ha podido dar cuenta con el impactante descabezamiento de La Salada. Para encontrar el origen de semejante decisión algunos miran hacia el Norte, como sugirió alguna vez la ex presidenta. Estados Unidos venía advirtiendo sobre esa gigantesca feria de comercio ilegal. Un país que quiere ingresar al OCDE no puede permitir algo semejante.

Fuentes oficiales anticiparon más golpes de alto impacto próximamente.

Y volvemos a la economía, que volvió a fallarle al gobierno luego de haber celebrado la colocación de un bono a 100 años, algo que destacó como un reconocimiento valedero, pero que le valió críticas severas que encuentran campo fértil en el desconocimiento, aunque convengamos que ese “logro” tiene muchos claroscuros. Pero el traspié inesperado fue el miércoles, cuando Argentina no logró ascender a la categoría de “mercado emergente” que muchos daban por descontado. Entre los justificativos del bochazo se señaló la necesidad de contar con datos fehacientes de que el gobierno tiene respaldo suficiente de la sociedad para lograr las reformas prometidas. Para eso, deberá ganar las elecciones, y demostrar que Cristina Fernández de Kirchner no tiene posibilidades de volver al poder, cosa que su nueva candidatura pone en tela de juicio.

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