El oficialismo se encamina a una elección en la que por primera vez va como punto. La fallida sesión de Diputados dejó dudas de cara al nuevo Congreso.

Tanto se critica a los políticos por mentir, que habrá que agradecerle al candidato Daniel Gollan su enorme honestidad, al haber transparentado casi sin necesidad la estrategia clientelar que el oficialismo desplegaría en la campaña para las elecciones de noviembre. Habría que reconocerle también derecho de autor por el nombre asignado al operativo "Platita".

Quien fuera su jefe hasta hace poco en la provincia de Buenos Aires, el gobernador Axel Kicillof, le puso un broche de oro a este plan que viene siendo implementado a lo largo y ancho de todo el país a través de los diversos ejecutivos, con el anuncio el viernes de viajes de egresados gratis para 220 mil jóvenes. La medida alcanza a las escuelas públicas y privadas, pero solo hablamos de alumnos secundarios, no primarios. Los que votan, para que quede claro.

No es el primer anzuelo lanzado hacia esa franja etaria; unos días antes el propio gobernador había anunciado en un spot muy difundido la vuelta de los boliches. El operativo de seducción es bien concreto y dirigido a un sector que el kirchnerismo consideraba enteramente propio y hoy es en buena parte ajeno. Parte de la responsabilidad habrá que encontrarla en las escuelas cerradas durante más de un año y medio (sin contar las universidades, que recién recuperarán la presencialidad el año que viene), un factor que muchos analistas reconocen como de fuerte incidencia en la derrota en las PASO.

Horacio Rodríguez Larreta vio antes ese detalle y se plantó; la Provincia en cambio arrastró a la Nación a un litigio que dirimió la Corte, pero ambos pagaron el costo. La Ciudad lleva 45 días de clase más que la provincia de Buenos Aires y ese ha sido otro dato de peso a la hora de votar.

Una agenda propositiva es la que propone el consultor catalán Antoni Gutiérrez Rubí, que acaba de hacerse cargo de la estrategia comunicacional del Frente de Todos, en la que ha propuesto instalar el "Sí" como eslogan. "Necesitamos salir del no", argumentó el especialista en comunicación política. Definitivamente archivado el lema de las PASO -"la vida que queremos"-, el presidente Alberto Fernández estrenó la nueva estrategia durante la presentación del proyecto de ley de fomento al desarrollo industrial. Allí pidió que "dejemos de lado a los cultores del ‘no se puede’", y llamó a construir "un país que le diga Sí al productor agropecuario, Sí a la industria, Sí al desarrollo de la ciencia y la tecnología, Sí a los que trabajan".

Esta estrategia tiene sus riesgos, según advierte Facundo Nejamkis, director de Opina Argentina, para quien "plantear el Sí tiene una contracara, que es el no. Y cuando tenés un escenario tan polarizado y tus apoyos no superan el 30 o 35%, podés aglutinar a toda una oposición que te diga que No. Es un riesgo muy grande".

Incluso recordó que en la campaña electoral de 2013, el eslogan fue "en la vida hay que elegir", lo cual planteaba también una dicotomía similar. En esa legislativa el kirchnerismo terminó perdiendo.

Sería interesante conocer la opinión del publicista catalán sobre el acto en el estadio de Chicago al que el Presidente concurrió. Alberto tardó bastante en confirmar su presencia, pero lo cierto es que difícilmente le aporte votos ese tipo de actividades, más allá de tratar de comprometer al Movimiento Evita para las elecciones de noviembre, luego de su participación errática en las PASO, donde habrían querido hacer notar su molestia porque no le dejaran competir en las internas. Flaco favor le hacen al gobierno discursos como el de Emilio Pérsico -uno de esos "gerentes de la pobreza" de los que suele hablar Miguel Pichetto-, expresando su rechazo a la alternancia política, abogando en cambio por 20 años de gobierno único "para consolidar un modelo".

Como para contradecir el enfrentamiento histórico entre el Evita y La Cámpora participó de ese acto Máximo Kirchner, quien tuvo una semana de lo más intensa. Con un par de reportajes concedidos -algo a lo que es bastante reacio-, pero sobre todo en la Cámara de Diputados, donde por primera vez no pudo reunir quórum para una sesión que él había pedido. Ese no es un dato menor; para graficar su importancia digamos que nunca pasa que el oficialismo solicite una sesión y no pueda concretarla por no reunir el quórum. Ni eso, ni carecer de los votos para imponer luego la ley en cuestión.

Ni siquiera le pasaba eso a Cambiemos, que fue un gobierno en minoría en ambas cámaras. En general los esfuerzos tenía que hacerlos para evitar que la oposición se uniera para imponer leyes contra la voluntad de ese gobierno -cosa que sucedió más de una vez-, pero cuando llevaba un tema al recinto, era porque tenía el número para sesionar y los votos para aprobarlo.

Es insólito entonces lo que sucedió el martes 5 de octubre, aunque lo curioso es que en la previa ya estaba en el aire la sensación de que esa sesión no se haría. Crecen en ese sentido todo tipo de especulaciones: algunos opositores no vieron en el presidente de la Cámara un esfuerzo demasiado grande, pero también están quienes consideran que Máximo parecía a gusto con la oportunidad de despacharse contra la oposición por no dar quórum, que por aprobar la ley de etiquetado frontal de alimentos, que es de la que estamos hablando.

Durante su discurso, el hijo de los Kirchner exhibió como el esfuerzo realizado por su bancada haber logrado sentar de los suyos a tucumanos, salteños y jujeños, los representantes de las provincias más refractarias a la aprobación de esa ley. En rigor, entre los cinco ausentes propios faltaron una salteña y un jujeño, pero amén de ello más de uno se preguntaba el martes si esos diputados norteños no se sentaron convencidos de que la sesión no se haría.

Igual que los dos mendocinos de Juntos por el Cambio que contradiciendo lo dispuesto por las autoridades del interbloque se sentaron en sus bancas. Claudia Najul y Federico Zamarbide son dos opositores duros, por lo que jamás podrían ser considerados cercanos al FdT. Su presencia obedeció a un pedido del senador Julio Cobos, pues se trataba además de etiquetado frontal el Régimen Previsional de los Contratistas de Viñas y la modificación del Estatuto de esos trabajadores, temas muy importante para los mendocinos y en campaña no hay que dejar flancos expuestos. Se especula además con que al sentarse, esos diputados tenían la certeza de que no habría quórum.

Como sea, fue un punto de inflexión en la relación entre oficialismo y oposición en Diputados. Quedó claro que JxC quiso hacerle sentir el rigor al Frente de Todos, y vaya si éste lo sintió. No solo por la actitud de la principal oposición, sino por la ausencia de diputados que suelen aportar al menos al quórum. Si esto sucede con esta composición de la Cámara, ¿qué podrá pasar con un oficialismo más debilitado tras otra derrota en noviembre?

En este marco sorprende que el Frente de Todos no haya iniciado aún el debate del proyecto de Presupuesto. A veces los gobiernos dilatan ese tratamiento en años electorales, a la espera de la nueva composición de las cámaras, pero es inédito que no se haya presentado siquiera el ministro de Economía a defenderlo. Cuando aún no ha comenzado el debate en comisión, ya no hay tiempo material para que el proyecto se apruebe antes de las elecciones, y difícilmente se pueda antes del recambio legislativo. Evidentemente esto tiene que ver con los reparos ya expuestos desde el kirchnerismo hacia el texto elaborado por el Palacio de Hacienda, lo que llevó al presidente del bloque a adelantar que el proyecto será modificado durante el debate. ¿Y si el oficialismo espera responsabilizar por el no tratamiento a una oposición superior en número?

Por lo pronto Martín Guzmán viaja este lunes a Estados Unidos para asistir a una reunión del FMI, con el telón de fondo de los fuertes cuestionamientos a su titular, Kristalina Georgieva. Una muy mala noticia para Guzmán -y para la Argentina- sería que Georgieva termine yéndose, en cuyo caso un eventual acuerdo quedaría recién para marzo. Habría que pasar el verano… sin reservas. Todo un desafío.

Como el que se le presenta al gobierno en el Congreso con la vacante que dejará Elena Highton de Nolasco en la Corte Suprema. Cercana a Alberto Fernández, la renunciante cortesana tuvo la deferencia de avisarle al Presidente antes de mandar la renuncia. Para el gobierno, fue el único dato bueno de una noticia que lo complica porque expone otra debilidad presidencial, como es no poder designar a la reemplazante -la única certeza es que será una mujer-. Si en estos dos años no ha podido resolver la vacancia al frente de la Procuración General de la Nación, menos podrá con la Corte en estos dos años. A menos que ofrezca un nombre muy potable para que la oposición le dé los 2/3. Nadie espera que eso suceda.

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