El Gobierno busca retomar la iniciativa política para hacer frente a las dificultades persistentes de la “transición” hacia la normalización de la economía, en privado reconocen dificultades para domar la inflación, con la apertura del debate parlamentario para la legalización del aborto y con el esperado discurso que este jueves pronunciará Mauricio Macri en la apertura de sesiones del Congreso.
Se trata de un nuevo golpe de timón para dejar atrás una semana en la que tuvo que renunciar un funcionario por no haber declarado una cuenta millonaria en Andorra -el subsecretario Valentín Díaz Gilligan “víctima de un ensañamiento mediático”, según la curiosa lectura oficial, al que “no le dieron tiempo para explicar sus documentos”- y del acto multitudinario en la 9 de julio de Hugo Moyano.
Empero, en Balcarce 50 no dudan en afirman que el camionero dejó en evidencia “que perdió poder” al bajarle el precio a la cantidad de manifestantes movilizados. Esa percepción es compartida, en parte, por algunas fuentes sindicales que opinan que gracias a la marcha de las organizaciones sociales y de gremios de distintas extracciones peronistas se pudo lograr concurrencia masiva.
“No es que no quiso llamar a un paro. No pudo: la foto del escenario no deja dudas. Si no se te pliegan los colectivos y los trenes, no tendría sentido”, opinó una fuente gremial.
En la CGT asoma una “tensa calma”. Los jefes sindicales saben que deben esperar “‘a que decante” para reformular la conducción y el rumbo de la central obrera. El triunvirato que actualmente tiene mandato quedó desgastado por las contradicciones internas. Sobre esas bases ruinosas opera el oficialismo.
El martes el ministro Jorge Triaca emprenderá una gira por tres países europeos acompañado por una decena de jefes sindicales que no acompañaron la protesta, como Armando Cavalieri (Comercio) y Gerardo Martínez (UOCRA). Se espera, en este sentido, que en diez días se firmen dos nuevas paritarias de gremios pesados -una sería, casualmente, la de los empleados de comercio- con la “pauta oficial” del 15% más un compromiso de revisión en 9 meses.
“A eso nos oponemos, no nos movilizamos por Moyano. Quieren darnos un 15% de aumento con una inflación que terminará como mínimo en 20% haciendo que caiga el poder adquisitivo”, completó la fuente sindical consultada.
Sobre Díaz Gilligan, en el gobierno niegan que pueda volver aunque “aclare” su situación. Aunque afirmen que su salida se produjo luego por un gesto personal para distender el escándalo, una fuente oficial detalló que pasado el mediodía del último lunes su superior, el secretario general Fernando de Andreis, y Marcos Peña le “sugirieron” que reconsiderara su situación por la escalada mediática del caso. Su sucesor, en tanto, se conocerá en los próximos días.
El Papa Francisco se encuentra de retiro espiritual en las afueras de Roma. Quizá algún colaborador le haya avisado de la apertura del debate del aborto en el parlamento de su país. Pero seguramente mañana se pondrá en tema en su propio despacho. “Al Episcopado no le avisaron. Se enteraron por los diarios: por eso salieron rápidamente con comunicado por la tarde. Es una provocación y, por otro lado, Macri hace como Poncio Pilatos porque no se la juega: no dice yo opino de tal manera y ustedes debatan’, contó un allegado al Obispo de Roma.
Efectivamente, con un documento titulado “Respetuosos de la vida”, el Episcopado salió el viernes a marcar la cancha. “La eliminación de la vida humana del que no se puede defender instaura el principio de que los más débiles pueden ser eliminados; acepta que unos pueden decidir la muerte de otros”, puntualizó.
El obispo auxiliar platense y experto en bioética, Alberto Bochatey, deslizó que en caso que se aprobara la legalización del aborto, sería muy probable que algún particular se presentara en la justicia para tacharla de “inconstitucional” dado que con la reforma de 1994 tiene rango constitucional el Pacto de San José de Costa Rica, que define la vida humana “desde el momento de la concepción’’.
Tanto Bochatey como su superior en la diócesis, el arzobispo Héctor Aguer -que ayer catalogó al Ejecutivo como un “gobierno sin principios”-, no creen que la habilitación del debate por parte del oficialismo sea una provocación al Papa. Por lo menos es lo que dicen en público por aquello que la figura del Vicario de Cristo trasciende la coyuntura local.
Pero Francisco está pendiente de lo que ocurre en su país. Preocupado por las consecuencias económico-sociales de lo que define, ante sus íntimos, como un “gobierno de CEOs”, tiene varios interlocutores con quienes intercambia mensajes.
Dos de ellos, Juan Grabois -líder de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) o el ex legislador Gustavo Vera- estuvieron el miércoles en el palco junto a Hugo Moyano.
De buen vínculo con Jorge Triaca, a través del puente que le hizo su madrastra, y con Esteban Bullrich, no lo une un fraternal acercamiento con Macri. Es más bien un vínculo frío que, por ahora, ninguno busca descongelar. Pero no es una situación nueva: todavía algunos testigos recuerdan cuando Macri cruzaba en auto oficial los 25 metros que lo distanciaban de la Jefatura de Gobierno -por entonces ubicada en diagonal a la Catedral-, para verse con Bergoglio y hacerlo “esperar” mientras contestaba mensajes con su celular. Tal vez ese trato “impersonal” sea una de las razones por las que el Papa no visita su tierra natal desde que tomó posesión del trono de San Pedro.
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