Este miércoles al mediodía, en los despachos de la Casa Rosada, seguirán con atención las palabras que pronunciará la vicepresidenta cuando deje inaugurada una nueva sesión plenaria de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (Eurolat) en el Centro Cultural Kirchner, apenas unas horas antes de que se conozca el índice de inflación de marzo, ese que el mismo Martín Guzmán anticipó que dará encima del 6% y que será el más alto del año, algo que desvela a toda la coalición gobernante.
¿Qué dirá la vicepresidenta? ¿Aprovechará la ocasión para dejar en claro —una vez más— que tiene muchas diferencias con el plan económico acordado con el FMI? “Nada nos sorprendería”, admiten por lo bajo en los oficinas de la Casa de Gobierno. Pero reconocen que todas las miradas estarán puestas en el discurso que haga Cristina Kirchner este mediodía. Es que las palabras que la ex presidenta elija marcarán un rumbo sobre cuál podría ser el sendero del Frente de Todos en los próximo días.
Esta semana comenzó con un resquebrajamiento importante. Mientras Martín Guzmán aseguraba en una entrevista televisiva que el respaldo del presidente a su rol de ministro de Economía era “una obviedad” —y se confirmaba a sí mismo en el cargo—, en la vereda de enfrente de la coalición gobernante consideraban esta declaración del ministro como una gran provocación. Y aseguraban que se trataba de un golpe minuciosamente diseñado por el propio Alberto Fernández. “Gestionaremos con gente alineada con el rumbo económico”, dijo Guzmán. Y se oyó como una estocada final en los alrededores del Instituto Patria.
Pero como si las declaraciones del ministro de Economía no hubieran sido suficientes, fue Aníbal Fernández el encargado de reforzar esta idea de que quienes no estén de acuerdo con el rumbo que el presidente ha marcado para el Gobierno, que se corran del camino. “Los que no están de acuerdo, como mínimo, no deberían estorbar”, aseguró el ministro de Seguridad con la soltura que lo caracteriza.
Para dejar bien en claro cuál resquebrajada está la relación entre los seguidores del presidente y los de la vicepresidenta, en los pasillos de la Rosada volvieron a circular —con mucha intensidad— los rumores de cambios en el Gabinete. El que más molestó en el entorno de la vicepresidenta fue el que indicaba que Wado de Pedro sería removido del Ministerio del Interior y que —eventualmente— podría convertirse en el titular de la cartera de Justicia, para lo cual tendría que dejar su cargo el actual responsable de ese ministerio, Martín Soria.
Estas versiones generaron mucho enojo en ala más kirchnerista del Gobierno, que se prepara para defender a Wado de Pedro un ministro considerado que responde a Cristina y a La Cámpora. “Alberto está cansado de Wado, pero sabe que sacarlo implicaría una ruptura total y definitiva con Cristina, y todavía no está claro que quiera eso”, señaló una fuente en estricto off the record.
También se habla de la salida de Juan Manzur —quien ansía volver a Tucumán a ocupar su puesto de gobernador— y el desembarco de Agustín Rossi como jefe de Gabinete, si es que hubiera un “relanzamiento” del Gobierno. El problema es que este gobierno ya se relanzó varias veces.
Mientras en la Casa Rosada se encargan de desmentir los rumores de cambios en el Gabinete, Cristina Fernández de Kirchner prepara su aparición en escena y elige lo que dirá cuando las cámaras se enciendan. Y cuánto aprovechará que su aparición será apenas unas horas antes de que se conozca con exactitud cuánto subieron los precios en marzo. En particular los precios de los alimentos, que podrían haber trepado un 7% con respecto a los valores de febrero.
Tal vez por eso, la vicepresidenta hablaría de lo importante de de recomponer los salarios y evitar que la plata pierda poder adquisitivo. Dejando así expuesta —una vez más— qué tan resquebrajada está la coalición de gobierno. Expuesta y llena de incertidumbres.
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