Es que además del caos que esto ocasiona, la situación de incertidumbre y a la vez de indignación
puede provocar un malestar que se traslada a distintas partes del cuerpo. Y en esto, el estrés y la ansiedad juegan un rol clave.
Sin embargo, es útil diferenciarlos porque aunque parezcan iguales, no lo son.
El estrés es la presión que tiene uno para adaptarse frente a diversas situaciones; la ansiedad es la respuesta del organismo en forma de
miedo que nos prepara para defendernos y es la primera señal de alarma ante el problema.
El estrés puede ser interno o externo. "Cuando los estresores internos y externos superan la adaptación de la persona y cuando se presentan esos estímulos estresantes en periodos prolongados que la persona no puede tolerar, se produce
el estrés crónico o distrés", aseguró la
licenciada Mirta Dall Occhio, directora de Hémera, Centro de estudios del Estrés y la Ansiedad.
Por lo que la persona, ante la paralización del subte (que es un estresor externo) debe tratar de adaptarse a la situación que se le presenta.
Si eso no llegara a suceder, el individuo entra en un estado de estrés crónico que le puede traer severas consecuencias.
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El paro de seis días rompe con las rutinas y las seguridades y con la confianza en el ambiente seguro que le permite planificar su vida", reveló
el Dr. Roberto Sivak, médico psiquiátra y psicoterapéuta, coordinador del equipo de estrés postraumático del Hospital Álvarez.
"Buenos Aires, como muchas otras ciudades, está expuesta a situaciones irruptivas.
Un solo piquete puede generar una cadena de circunstancias, especialmente de ansiedad", expresó Sivak, quien también es presidente del capítulo de Estrés y Trauma de la Asociación Argentina de Salud Mental.
Para el doctor, "
ante un paro, la sensación de que está por pasar algo catastrófico, puede ocasionar temblor, irritabilidad, pánico, dolor en el pecho; en definitiva, una situación que puede ser muy dificil de manejar.
Tal como afirmó la psicóloga, esos factores
pueden devenir en consecuencias en el cuerpo, en la mente y a nivel social. En lo que concierne al organismo, los síntomas aparecen donde la persona tiene una vulnerabilidad. Es decir que si, por ejemplo, sufre de problemas estomacales, puede presentar gastritis, constipación, úlceras.
En cuanto a la mente puede presentar
irritabilidad, malhumor, desgano y pérdida de la esperanza; y a nivel social puede llevarse mal con la familia, pelearse con sus amigos y compañeros, aislarse. "
Cuando la persona no logra ver que hay luces y sombras, está atrapado en el ciclo de estrés crónica", aseguró Dall Occhio.
Por su parte, Sivak aseveró que
es más probable que los más jóvenes encuentren alternativas para poder viajar y por ende disminuyan el estrés, pero en otras personas eso puede ocasionar ansiedad, irritación, aumento de la presión, problemas digestivos.
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También puede generar algunos cuadros de ansiedad, angustia y pánico al encierro en gente que ya tenga una cierta predisposición en los que ya presentaban estos síntomas. Y por ende, pueden tender a refugiarse, aislarse, llegar tarde al trabajo y hasta faltar", señaló el doctor.
Para ambos especialistas, la situación que se vive ha ocasionado
un mayor número de consultas profesionales, debido al nivel de ansiedad, y agudizó las crisis en los que ya la presentaban, lo que habla de un problema que se acrecienta cada vez más.
"Los trastornos de la ansiedad están a la orden del día, pero lo importante es entender que
la queja no resuelve nada y que el cambio viene de adentro, de una decisión mental", concluyó Dall Occhio.