Por definición, según la Organización Mundial de la Salud, la osteoporosis es un proceso caracterizado por la disminución de la densidad mineral ósea y una alteración de la microestructura del tejido óseo, que da lugar al aumento de la fragilidad del hueso y, por consiguiente, el riesgo de fracturas.
La osteopenia, por su parte, es la disminución de esta misma densidad ósea como un proceso normal dentro del envejecimiento del organismo, no siendo una enfermedad como la osteoporosis.
Todo momento es un buen momento para ocuparse de nuestros huesos. Desde el inicio en los cuidados prenatales con la alimentación y complementación de la dieta en la embarazada para garantizar una buena formación de la estructura ósea del bebe.
Esta etapa se continuará con la niñez, la cual será indispensable en la formación de la estructura ósea, estimulada por la adecuada alimentación y la realización de ejercicio.
Los 30 son un buen momento, pero en una persona que tiene una alimentación completa y realiza ejercicios, no son el punto de inflexión para este bienestar. Los huesos no se descalcifican si no hay un desbalance de estos factores o una patología que lo genere.
Si bien la osteoporosis está relacionada con la adultez, dada por la predisposición generada por la osteopenia fisiológica, existen patologías de origen genético o evolutivo que generan descalcificación ósea, las cuales se caracterizan por una alteración en la formación y en la remodelación de este tejido.