En el caso de conocer a algún familiar o amigo que sufre vértigo, es muy importante considerar el impacto que genera sufrir sus síntomas en el desarrollo de la vida cotidiana

Seguramente de niños jugamos alguna vez a girar y girar hasta perder el equilibrio y caer. Entonces pudimos experimentar con asombro cómo todo nuestro alrededor parecía girar sin parar mientras nosotros permanecíamos quietos en el suelo. Y nos fascinaba y entonces lo repetíamos una y otra vez. Sin embargo, ya de grandes encontramos pocas sensaciones tan incómodas y desagradables como esa. Este es el síntoma más extendido del llamado “vértigo”.

En el siglo XVIII, el médico francés Prosper Ménière dedicó sus investigaciones a una afección que incluye el vértigo entre sus síntomas más característicos. El aporte fundamental que este médico francés hizo fue diferenciar el vértigo de otras patologías como la epilepsia y encontrar su causa en el oído.

Es necesario distinguir tres tipos de condiciones que suelen confundirse: el mareo, el vértigo y el desequilibrio.

El primero es un trastorno muy frecuente que, desde la clínica médica, se identifica como la sensación de embotamiento, es decir, sentirse débil, con falta de claridad, como con la cabeza vacía.

El vértigo es caracterizado como la percepción irreal de movimiento en nosotros mismos o en nuestro entorno; mientras que el desequilibrio refiere a la inestabilidad en la marcha. Son numerosas las afecciones relacionadas con el equilibrio que se corresponden con estos síntomas. Algunas de ellas son la enfermedad de Ménière, el vértigo posicional paroxístico benigno, las neuropatías, ciertas migrañas, la enfermedad cerebrovascular, enfermedades extrapiramidales y también algunos trastornos del ánimo. Resulta importante interpretar correctamente los síntomas durante una consulta profesional para así distinguir estas enfermedades.

La neurootología es la especialidad en medicina que se encarga del estudio de las alteraciones del equilibrio, la audición y su relación con el sistema nervioso. De acuerdo con el diagnóstico se han diseñado tratamientos específicos para las diferentes afecciones. Un paso importante implica informar a la persona que sufre los síntomas sobre su problemática y tratamientos.

En algunos casos, el cuadro de vértigo se soluciona con simples maniobras físicas. En otros, se administra un tratamiento farmacológico y kinésico específico. Trastornos del ánimo como la depresión y la ansiedad pueden estar asociados a estos cuadros clínicos, por lo cual se recomienda en determinados casos buscar apoyo psiquiátrico y psicoterapéutico.

En el caso de conocer a algún familiar o amigo que sufre vértigo, es muy importante considerar el impacto que genera sufrir sus síntomas en el desarrollo de la vida cotidiana de las personas. Porque ese mundo que da vueltas, solo puede resultar tentador cuando está movido por la incipiente curiosidad infantil y se trata de un juego de niños.

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