Cuando hablamos de erradicar la pobreza estamos hablando de mejorar las condiciones de vida y las oportunidades futuras a millones de personas que viven en nuestro país

Muchas veces, las estadísticas suelen medir y comparar solamente los ingresos para dar cuenta si una familia es o no pobre. Es decir, se basan únicamente en el aspecto económico. Pero se trata de una problemática que va más allá de la falta de dinero. Es una situación mucho más compleja. Hay otras variables a tener en cuenta. La Organización de Naciones las Unidas, por ejemplo, propone una medición más amplia que abarca la expectativa de vida, la vivienda, la alimentación (qué y cuánto comemos), lo que se consume, si los niños van a la escuela o no, si se tiene acceso a un médico cuando se lo necesita, entre otras. Todas estas cuestiones son importantes porque impactan en nuestra calidad de vida.

Vivir enfrentando la escasez (sea de dinero, tiempo, afecto, comida, espacio) repercute en nuestras decisiones. La situación de estrés que nos produce nos obliga a concentrarnos solamente en resolver el problema urgente, tomando decisiones apresuradas que muchas veces tienen consecuencias negativas en el largo plazo. Es el contexto el que nos empuja a tomar estas decisiones. Cualquiera de nosotros, viviendo en un ambiente de escasez, actuaría de manera similar.

Nuestros recursos cognitivos no son infinitos; y si tenemos que concentrarnos en resolver problemas inmediatos, nuestro cerebro no puede dedicar energía a otras tareas como la atención, la creatividad o la planificación. Entonces, cuando hablamos de erradicar la pobreza estamos hablando de mejorar las condiciones de vida y las oportunidades futuras a millones de personas que viven en nuestro país.

Alrededor del mundo, hay muchos ejemplos de políticas de lucha contra la pobreza. Los casos más exitosos son los que consideran todas sus dimensiones y se ocupan del desarrollo de la primera infancia, la nutrición temprana, la salud, la educación de calidad, la vivienda, la infraestructura y los servicios. Esto es lo que llamamos inversión en desarrollo humano, invertir en las personas.

Los datos de pobreza en nuestro país hoy son alarmantes e inaceptables. Nadie puede ser indiferente. Pero aunque la economía mejorara, si no invertimos en desarrollo humano, no vamos a poder revertir la desigualdad social. Debemos unirnos como sociedad para exigir que todas las personas tengan oportunidades reales de desarrollarse plenamente.

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